miércoles, 10 de abril de 2013

Sobre sueños melancólicos: Cubiletes de almendras y naranja y té especiado.



« […] En cuanto reconocí el sabor del pedazo de magdalena mojado en tila que mi tía me daba (aunque todavía no había descubierto y tardaría mucho en averiguar el por qué ese recuerdo me daba tanta dicha), la vieja casa gris con fachada a la calle, donde estaba su cuarto, vino como una decoración de teatro a ajustarse al pabelloncito del jardín que detrás de la fábrica principal se había construido para mis padres, y en donde estaba ese truncado lienzo de casa que yo únicamente recordaba hasta entonces; y con la casa vino el pueblo, desde la hora matinal hasta la vespertina y en todo tiempo, la plaza, adonde me mandaban antes de almorzar, y las calles por donde iba a hacer recados, y los caminos que seguíamos cuando hacía buen tiempo. Y como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana pedacitos de papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan empiezan a estirarse, a tomar forma, a colorearse y a distinguirse, convirtiéndose en flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles, así ahora todas las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas del Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té […]»

(Marcel Proust, En busca del tiempo perdido: Por el camino de Swann)

De la misma manera que Proust redescubría el sabor de su propia infancia y las memorias de su tía, los alimentos y los libros hacen que recuerde claramente mi pasión por mi infancia.  Y es que a pesar de haber sido, desde niño, un tipo absolutamente alternativo, mi infancia también se me activa en los recuerdos cuando los sabores y las palabras regresan a mi memoria.  En aquel entonces eran conchas sopeadas en café con leche en la cena; y desde luego los pasajes de los cuentos que mi abuelo me leía o mis historias clasificadas por colores de los libros que mamá me compraba los fines de semana en la cola del supermercado.

Con el tiempo mi gusto por el clásico café con leche fue olvidado y me adentré en los sabores más sutiles del té y el clásico “pan de manteca” de las tardes dieron paso al conocimiento de los también clásicos productos de la “patisserie” francesa.  Pero las memorias de mi abuela en la cocina y una bastante grande familia en las cenas, llegaban a mi cabeza.

Me llegó la inspiración al releer los textos de Proust, sobre todo de disfrutar los festines decadentes plagados de pianos y elegantes conversaciones sensuales de “Un Amor de Swann”.  Me llegó la inspiración en aquellas piezas en las que el exotismo de las especias se mezclaba suavemente con la inocencia de un presuntuoso futuro artista.  Y fue allí donde nacieron los productos de una noche de sueños en la que esperaba una llamada o un texto de ese alguien que también dispara mis sonrisas.  Esta vez,  cubiletes de almendra, naranja y nuez de nogal y te especiado.

Cubiletes de almendra, naranja y nuez de nogal

Ingredientes:

·         300 grs. de harina de todo uso cernida
·         200 grs. de harina de almendras
·         250 ml. de leche
·         250 ml. de aceite vegetal
·         1 huevo entero
·         2.5 grs. de polvo para hornear
·         200 grs. de azúcar moreno
·         5 grs. de sal fina
·         25 ml. esencia de vainilla
·         150 grs. nuez de nogal picada
·         Ralladura de naranja
·         Polvo de canela

Procedimiento:

1.       Precalentar el horno a 150 ° C
2.       Cernir el harina de todo uso, la sal y el polvo para hornear.  Mezclar junto con el harina de almendras.
3.       Agregar el azúcar, la canela y la ralladura de naranja.
4.       Agregar el huevo, la leche, la esencia de vainilla y el aceite y mezclar solo hasta que los ingredientes se incorporen.  A mayor mezcla menor será el efecto de esponja en la masa.
5.       Agregar con movimiento envolvente las nueces de nogal picadas.
6.       La mezcla debe quedar bastante ligera.  Llenar hasta la mitad los moldes para cubilete
7.       Hornear por 15 minutos
8.       Si se desea un sabor más pronunciado de naranja se puede agregar un poco de agua de azahar.

Té Especiado

Ingredientes

·         1 litro de agua
·         2 rajas de canela pura
·         5 pimientas de castilla
·         4 clavos de olor
·         1 trozo de 1 cm de jengibre
·         1 flor de anis estrellado
·         14 grs. de té negro.

Procedimiento:

1.       Hervir el agua junto con las especias por al menos 15 minutos o hasta que las especias desprendan sus sabores.
2.       Apagar el fuego y agregar el té de golpe y permitir la infusión por al menos 6 minutos.
3.       Colar y descartar los sólidos.
4.       Servir en tazas y endulzar al gusto.


Esta mezcla se me antoja clásica para una tarde melancólica o sutilmente tierna en la que son aquellos sonidos o palabras escritas las que guían los recuerdos.  Definitivamente la lectura de Proust y quizás los sonidos de Hurts o Pianochocolate.

Como siempre, les deseo las mejores experiencias en sus cocinas.

Namaste.

Yahann, el habitante de Júpiter.

sábado, 7 de julio de 2012

Birdy, simplemente exquisita.

Hay momentos en los cuales mi capacidad de asombro aún existe.


 Sobre todo cuando se me recuerda que en el mundo musical aún existen verdaderos talentos que no dependen del mercadeo exclusivamente y que aunque no posean el cuerpo de quirófano o la carita de niña cuando es niño, pueden crear maravillas. Este es el caso de quien en mi muy humilde opinión podría ser el siguiente fenómeno mediático inglés, muy al estilo de Adele; Birdy.

Tras ser la ganadora de un concurso, uno de esos reality shows que tanto proliferan en la televisión británica, Birdy se hizo acreedora a un lugar bastante bien merecido dentro de los talentosos británicos que llenan no solo las listas de popularidad sino las listas de buenas críticas en la internet.

He de aceptar que esta patoja verdaderamente me sorprende y no por su capacidad vocal, que es indiscutiblemente buena sino por su capacidad como intérprete.  Y es que tanto con su voz y con su capacidad para acariciar al piano y obtener de este las más delicadas elegías, Birdy logra tocar las fibras más sensibles de la audiencia.  Y todo esto a sus solo 16 años.

De alguna manera la calidad interpretativa me recuerda muchísimo a una chavita que en su momento fue igualmente buena e igualmente poco apreciada, Alix Bauer de Timbiriche.  Ambas intérpretes se caracterizan por ser intensas y hacer que cada uno de sus escuchas estén al borde de las lágrimas con sus hermosas interpretaciones.



En esta primera pieza, Birdy nos muestra una interpretación muy personal de "Skinny Love" de Bon Iver.

Pero no es solo esa voz hermosísima la que me seduce de esta intérprete sino el como puede darle vuelta a los sentimientos que se supone debe tocar en cada una de sus piezas.  Porque es en esta niña en donde recuerdo que el arte no es solo un objeto decorativo sino un punto de partida para alimentar el alma.



"Shelter" me parece una de aquellas piezas un tanto melancólicas que se agregan a cajitas de música que bien podrían haber salido de una nana interpretada por Björk en su momento para su hijo.  Acá es donde encuentro en Birdy el perfecto matrimonio entre sorprendente intérprete de música indie y baladitas cursis para adolescentes que leen novelitas de fantasía romántica.



En "1901" veo una grandísima influencia de otras británicas como Florence & The Machine, de hecho incluso puedo entender que esta podría ser una pieza mucho más madura, mucho más "hipster" incluso.

En resumidas cuentas, Birdy es un tesorito, y no precisamente de Laura León, que guardar en el corazón y las entrañas para días lluviosos y noches sin sueño en donde ataca la melancolía.

Gazpacho de Manzana y Carambola



Durante muchos años no hice caso de muchas señales, y evidentemente cometí verdaderos errores con respecto al lugar y el espacio en donde quería y quiero dedicar mi tiempo y mis esfuerzos como futuro miembro del mundo laboral de los empresarios libres de ataduras de jefes.  En resumidas cuentas, me di cuenta que para poder ser un hombre independiente debía darle rienda suelta a mi creatividad y encontrar la manera de dedicar mis esfuerzos a convertirme en algo que siempre amé pero que nunca había aceptado como posible, un chef. 


Durante estos primeros seis meses he dedicado mis esfuerzos al aprendizaje de las técnicas culinarias esenciales para la preparación de alimentos de la mano de increíbles compañeros de clase (lo que no quiere decir que todos sean buenos, pero los que lo son verdaderamente me han revitalizado) y de un jefe de cocina, mi chef instructor, que es precisamente todo aquello que cualquier persona puede creer cierto en un reality de la tele. Y a partir de ello me dediqué a refinar mis nada refinados conocimientos culinarios para transformar mis platos rústicos en elementos cada vez más refinados. 


No es nada fácil y mucho menos crear elementos de la nada y convertirse en alquimista culinario para convertir productos sencillos en armonías de sabor. Y no es que brote mi lado “Foodie” o poético sino que realmente debemos transformar los alimentos en ello, composiciones sinfónicas y armónicas que no solo deleiten la vista de los comensales sino cada uno de sus sentidos. 


He decidido compartir algunas de las recetas que utilicé para mi prueba final de semestre y qué mejor que iniciar con una receta sencillísima que se convirtió en el éxito de superventas de mi prueba, un gazpacho de manzana y carambola. 


Gazpacho de manzana y carambola 


Porciones: 4 


Ingredientes: 
• 3 manzanas granny Smith 
• 1 pepino grande 
• 200 grs. De carambola • 60 grs. De nuez de nogal 
• C/N de miga de pan 
• 600 ml. De jugo de manzana fresco 
• 2 dientes de ajo • Tomillo 
• 40 ml. De aceite de oliva virgen extra 
• 1 huevo grande 


 Mise en place Pelar el pepino y manzanas y retirar semillas. Cortar en trozos medianos. 
 Procedimiento. 
• Licuar el pepino, manzanas y pulpa de rambután con el jugo de manzana, ajo, aceite de oliva y tomillo. 
• Agregar el huevo y las nueces, sazonar y licuar de nuevo. 
• Espesar si fuese necesario con miga de pan. 
• Refrigerar por al menos dos horas. 
• Servir en vasos cortos fríos y decorar con manzanas en julienne y tiras delgadas de pepino alrededor del vaso. 


Una sopa fría simplemente deliciosa que sirve como un maravilloso primer plato o en cantidades pequeñas como un amuse bouche sorprendente para despertar el paladar de cualquiera. A pesar de su simplicidad este plato es delicioso y armoniza muy bien las notas de sabor y textura. 


Como siempre les deseo sorprendentes experiencias gastronómicas en su cocina. Namasté.

domingo, 18 de diciembre de 2011

De Desnudos, Amores Y Ficciones: Stripthesis de Ronald Flores




Tras años de enfrentarme a esas intensas páginas en donde Derridá y sus conceptos me hicieron replantearme cada una de las ideas que concebía como estéticamente agradables y de enfrentarme a placeres igualmente intensos pero complejos y constantemente retadores para mi intelecto me doy cuenta que el genio de Ronald Flores simplemente se le disparó de las manos.

A pesar de considerarme a mi mismo como un ser alienado en donde la belleza de los poetas malditos o los textos intimistas y delicados de los suramericanos de los setentas me hacen temblar, he de aceptar que “Stripthesis” está claramente incluida dentro de los diez libros de ficción que más han calado el asfalto intelectual de mi corteza cerebral. Y es que esta novela es un chiste, una desfachatez, un descaro a las claras, una deliciosa broma para cada una de las concepciones que se nos fundan en los libros de literatura, en las clases de moral y en ese puritanismo, tan latinoamericano, que nos enseña que el academicismo y el erotismo nada tienen que ver y deberían estar por completo distanciados.

En “Stripthesis”, Ronald Flores nos adentra a un mundo perverso, torcido y deliciosamente adictivo, y no me refiero al mundo del erotismo, sino al mundo de la mente y la conciencia del ser humano. Tomando como referencia una imaginaria tómbola plagada de filósofos contemporáneos cuyos rimbombantes nombres plagaron mis clases de filosofía y literatura del siglo XIX y XX, Flores nos permite conocer como la mente puede encontrar esas asociaciones que son innatas al ser humano y que nos aferramos a disociar con afán academicista. La novela nos presenta a un joven graduado de literatura en una universidad del extranjero (un personaje que se me antoja tantas veces al autor o a varios de aquellos arquetípicos gafapastas probablemente omnisexuales –porque en ningún momento de la novela se establece si es únicamente heterosexual-) plagado de conocimientos que necesita mostrar al mundo, pero sobre todo, que necesita unir a elementos que probablemente tiene inconclusos desde su infancia. Y es que desde la elección de una voz narrativa femenina, la asesora de la compleja tesis de doctorado del protagonista, la novela es un chiste a los convencionalismos y las estructuras académicas. No es difícil entender que una mujer hable de erotismo, mucho menos que hable sobre teoría literaria o filosofía, pero si que lo haga sobre la sexualidad de otros y deje a un lado la propia.

A partir del planteamiento clásico en el que el eros, la materia prima de donde todo procede (aunque Freud lo plantea como la líbido y el Kundalini yoga lo plantea como el despertar del Kunda) se pretende encontrar su intrínseca relación con el logos (el pensamiento estructurado), un proceso totalmente ligado al título de la novela. Y es que en cada página que arrancamos es como si desvistiésemos de los complejos deseos de complicar la verdad humana. A través de encuentros perversos y oscuros con las manifestaciones de la sexualidad humana, desde un lupanar en Nueva Orleans en donde se discuten el tamaño de los senos de una de las gimnastas-meretrices a la vez que se replantea la catarsis aristotélica hasta un rarísimo encuentro comparativo entre un pesado texto filosófico y una revista pornográfica de los setentas en una oscura biblioteca de Austin, el personaje principal (que quizás sea algún perverso alter-ego de Flores) busca desenmarañar en sus tesis doctoral algunos de los deseos del hombre moderno (como ser humano y no como género).

Lázaro Tormes, al igual que aquel guía de ciegos de la literatura picaresca española, nos guía (al igual que a su grupo de estudiantes de primer año) a través de un proceso en donde la pornografía, el erotismo y las más elevadas ideas de los genios filosóficos (particularmente los clásicos alemanes y las mentes maestras del posmodernismo) encuentran un punto en común, una verdad inalienable: El Amor Es Una Ficción. Y es que nos adentramos en un mundo decadente, el de los secretos que se develan más allá de los virginales velos de las uniones socialmente aceptadas o el de los convencionalismos académicos, esos que se guardan muy bien para dejar florecer aquellas adictivas flores de adormidera carnales que yacen en cada ser humano y su lujuria personal.

Una novela fascinante y asquerosamente genial, porque no hay otra forma de definir un estilo en donde incluso el lector saldrá ensuciado pero feliz. Un delicioso placer que se asemeja por completo a consumir chocolate de leche y maní salado cuando se es diabético e hipertenso, totalmente culpable (aunque para algunos, como el autor lo cita, pueda ser un texto de Marcela Serrano o de Ángeles Mastretta, que no es mi caso pero si el de mi mamá), plenamente consciente de que cada elemento hará solo el daño necesario para sonreír a la mañana siguiente y recordar que ese untoso sabor a culpabilidad nos dará una experiencia personal de delirante placer.

Una de mis novelas favoritas, en donde el autor logra que el final sea tan delicioso como su desarrollo, una de esas piezas que no se si comparar con la escala erótica de Platón, con el proceso de Masters & Johnson sobre las etapas de la líbido en una relación carnal o con algún estructurado texto de Vladimir Propp o las complicadísimas disertaciones de Derridá.

Recuerdo cuan fascinante fue para mi leer el texto mientras era un profesor de literatura para un colegio de fundamentalistas católicos, nunca antes mis recesos fueron tan abiertamente decadentes en plena biblioteca mientras muchas pruebas sobre literatura medieval esperaban a ser calificadas. Flores supo conducirme a desnudar su narrativa y esperar un final tan delicioso, claramente previsible pero a la vez inesperado …

Como siempre les deseo increíbles lecturas en sus manos y maravillosas experiencias de crecimiento.

Namaste.

La reseña en la página del autor. http://www.ronaldflores.com/stripthesis/

Puede ser adquirido en Sophos En Línea.

Paradiso: Melocotones infusionados con menta sobre arroz con leche vegano.




Desde que volteé mis ojos y mi corazón hacia una vida más en contacto con la espiritualidad y el cambio personal he encontrado muchísimas formas de llegar a reconocer la belleza de nuevas formas de vida. Una de ellas evidentemente fue el vegetarianismo. Dada mi pasión por la cocina y mis locos intentos creativos he logrado sabores sorprendentes que no dependen de manera alguna de productos de origen animal. Esta vez quiero presentarles mi versión de arroz con leche, una receta facilísima, una de las favoritas de mi abuelita, pero que esta vez será especiada con deliciosos sabores que no se mezclarían usualmente con un clásico arroz con leche.

Ingredientes:
1 taza de arroz blanco
1 litro de leche de soya (no recomiendo la de almendra para esta receta pues el sabor se perdería)
60 gramos de azúcar moreno (o la mitad de edulcorante artificial para aquellos que somos diabéticos)
1 raja de canela
1 pieza de anís estrellado
4 clavos
La piel de media naranja
La piel de medio limón
2 melocotones
Menta fresca

Procedimiento:
1. Colocar el arroz en agua fresca para liberarle del almidón por al menos 30 minutos, usualmente yo cambio el agua hasta 3 veces.
2. Colocar medio litro de agua fresca a hervir y añadirle las hojas de menta y un trocito de canela.
3. Colocar en un cazo la leche de soya, el azúcar moreno (o edulcorante), las pieles de los cítricos, el anís estrellado y los clavos hasta que hierva.
4. Agregar los melocotones sin piel y en mitades a el agua hirviendo y cocinar por más o menos unos 5 minutos o hasta que estén suaves. Colar y refrescarlos. Aconsejo colocarlos en la nevera para tenerlos bien fríos. La infusión de menta y melocotón hace un delicioso y ligero refresco si le endulzas y lo enfrías.
5. Cuando la leche de soya esté infusionada con las especies es momento de retirarles. Agregar el arroz y cocinar por más o menos 30 minutos removiendo constantemente hasta lograr una especie de risoto dulce y cremoso.
6. Al momento de montar el plato, tomar los melocotones totalmente fríos y colocarlos en el fondo de las copas para helado, agregar sobre ellos una cantidad suficiente de arroz con leche de soya. Añadir un chorrito de la infusión de menta y melocotón y canela en polvo.

Uno de mis nuevos postres favoritos.

Como siempre les deseo increíbles experiencias de crecimiento y fantásticos sabores en su cocina.

Namaste.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Suntuoso y ligero, Bruscheta de Calabacín y Faux Italienne




Nada me gusta mas que un plato cargado de sabor y la capacidad para descomponer sus elementos y crear un festín de sabor, color y textura.

Una noche en la que carecía de mis clásicos elementos compositivos (berenjenas, champiñones, fruta, zanahorias y tofu) me di cuenta que con pocos elementos podría crear una deliciosa cena que poco tiene que envidiarle a los platos vegetarianos de dos de los más importantes restaurantes de este rubro en mi país.

Esta vez, un poco de pan, una calabacita, mi estante de especies y algunos tomates fueron la base de esta sorprendente cena.

Bruchetas de Calabacín con Faux Italienne

Ingredientes:
1 hogaza de pan bagette
1 calabacín mediano
1 cucharada de vino tinto
3 onzas de queso crema
4 cucharadas de aceite de oliva
4 tomates roma picados
¼ de taza de apio picado
3 cucharadas de cebolla picada
1 diente de ajo rallado
Tomillo seco
Albahaca fresca
Romero fresco
Orégano seco
Azúcar
Sal
Pimienta

Preparación

1. Cortar la hogaza de pan en rodajas de al menos 3 centímetros y tostarlos ligeramente.
2. Cortar el calabacín en rodajas delgadas y luego cortar en medias lunas. Sazonar con aceite de oliva, sal, tomillo seco y pimienta y asar por 5 minutos.
3. En una sartén colocar dos cucharadas de aceite de oliva a calentar. Cuando esté caliente agregar el orégano y el tomillo y preparar por 30 segundos.
4. Agregar los tomates, el apio y la zanahoria rallada y cocinar por aproximadamente 5 minutos.
5. Agregar el vino tinto, el azúcar, la sal y la pimienta.
6. Cortar la albahaca y el romero en chiffonade y agregar a la mezcla de tomates, cocinar por aproximadamente 3 minutos más.
7. Corregir sazón.

Emplatado:

1. Untar queso crema sobre las tostadas de bagette. Agregar una lasca de calabacín. Reservar.
2. Colocar la salsa en un recipiente pequeño al centro del plato.
3. Colocar las tostadas alrededor del tazón y servir.

Una de mis cenas favoritas que para los omnívoros bien podría ser una deliciosa entrada para compartir con los amigos en una fiesta o reunión en donde querrás impresionar con un sabor totalmente diferente.

Esta vez recomiendo algo ligero y suave como acompañamiento, esta vez no es vino sino una deliciosa cerveza ligera y dorada puesto que el intenso sabor de la salsa, el pan y los calabacines arruinarían cualquier vino.

Y como acompañamiento algo de suntuosa fusión de lounge, “Amor” de Nino y “Breate” de Bliss, ambos extraídos de la fabulosa serie de Buddha Bar.






Como siempre, les deseo increíbles sabores en su cocina.

Namaste.

Zuppe Di Patata, una caricia gastronómica para el Invierno




El invierno se presenta inminente plagado de ese frío sorprendente que hace que la tierra se recoja a si misma y muchos de los productos con los cuales nuestras mesas se adornan, no aparezcan más. Este es el momento en el que nuevos productos hacen su entrada debido a las suculentas cosechas de otoño.

Pero nada, absolutamente nada puede gritar su naturaleza de reconfortante como una sopa y nada mejor que mi Zuppe Di Patata para levantar el espíritu de un quebrantado, compartir con un ser amado en una tarde lánguida de media semana o simplemente prepararla para recordar que el mundo también puede conocer la ternura.

Una sopa sencilla y llena de sabor inspirada en la tradicional, “Pasta e Patata” de la cocina italiana, esta vez creada como una pieza más ligera y lista para reconfortar el alma. A diferencia de muchos de mis platos, esta receta no contiene los suntuosos elementos de presentación puesto que esta es una pieza básica en donde el sabor siempre estará mucho más presente que la presentación.

Zuppe Di Patata

Ingredientes

1 litro de caldo de verduras, caliente
5 tomates roma
1 cebolla mediana
1 diente de ajo grande.
2 tallos de apio
1 ½ tazas de papa pelada y cortada en cuadros medianos
½ taza de zanahoria cortada en cuadros medianos
Oregano seco
4 hojas de albahaca fresca
1 ramita de romero fresco
Sal
Pimienta
Aceite de oliva

1. Rallar finamente los tomates en el rallador más fino, nos quedará una especie de jugo de tomate, no te preocupés, eso es lo que buscamos. Reservar.
2. Cortar en cuadros medianos la cebolla y machacar el ajo.
3. En una olla profunda colocar dos cucharadas de aceite de oliva a calentar. Cuando esté caliente agregar el orégano seco y preparar por 30 segundos. Agregar la cebolla y el ajo al aceite a preparar por 3 minutos.
4. Agregar las zanahorias, la cebolla y el apio. Cocinar por cinco minutos más.
5. Agregar las papas y preparar por 3 minutos.
6. Agregar el caldo de verduras caliente y el tomate rallado. Agregar las hojas de albahaca enteras y la ramita de romero.
7. Corregir la sazón de sal y dejar cocinar por más o menos 30 minutos o hasta que la papa y la zanahoria estén suaves.
8. Servir en tazones grandes y agregar un toque de pimienta molida al servir.

Esta sopa es un beso al alma y una caricia al corazón como diríamos mi madre y yo en un mantra entre nosotros. Suelo acompañarla con tres palitos de pan y queso, una taza de té dulce y caliente, una buena compañía y música de Italia.

Esta vez si bien es cierto lo acompañaré con música en italiano, no será por un italiano sino por un francés, “Io So Que Tu” de Amaury Vassilli.



Como siempre les deseo increíbles sabores en su cocina.

Namaste.