« […] En cuanto reconocí el sabor del pedazo de magdalena
mojado en tila que mi tía me daba (aunque todavía no había descubierto y
tardaría mucho en averiguar el por qué ese recuerdo me daba tanta dicha), la
vieja casa gris con fachada a la calle, donde estaba su cuarto, vino como una
decoración de teatro a ajustarse al pabelloncito del jardín que detrás de la
fábrica principal se había construido para mis padres, y en donde estaba ese
truncado lienzo de casa que yo únicamente recordaba hasta entonces; y con la
casa vino el pueblo, desde la hora matinal hasta la vespertina y en todo
tiempo, la plaza, adonde me mandaban antes de almorzar, y las calles por donde
iba a hacer recados, y los caminos que seguíamos cuando hacía buen tiempo. Y
como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana
pedacitos de papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan empiezan a
estirarse, a tomar forma, a colorearse y a distinguirse, convirtiéndose en
flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles, así ahora todas
las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas del
Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y
Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando
forma y consistencia, sale de mi taza de té […]»
(Marcel Proust, En busca del tiempo perdido: Por el camino de Swann)
(Marcel Proust, En busca del tiempo perdido: Por el camino de Swann)
De la misma manera que Proust redescubría el sabor de su
propia infancia y las memorias de su tía, los alimentos y los libros hacen que
recuerde claramente mi pasión por mi infancia. Y es que a pesar de haber sido, desde niño, un
tipo absolutamente alternativo, mi infancia también se me activa en los
recuerdos cuando los sabores y las palabras regresan a mi memoria. En aquel entonces eran conchas sopeadas en café
con leche en la cena; y desde luego los pasajes de los cuentos que mi abuelo me
leía o mis historias clasificadas por colores de los libros que mamá me
compraba los fines de semana en la cola del supermercado.
Con el tiempo mi gusto por el clásico café con leche fue
olvidado y me adentré en los sabores más sutiles del té y el clásico “pan de
manteca” de las tardes dieron paso al conocimiento de los también clásicos
productos de la “patisserie” francesa. Pero
las memorias de mi abuela en la cocina y una bastante grande familia en las
cenas, llegaban a mi cabeza.
Me llegó la inspiración al releer los textos de Proust, sobre
todo de disfrutar los festines decadentes plagados de pianos y elegantes
conversaciones sensuales de “Un Amor de Swann”. Me llegó la inspiración en aquellas piezas en
las que el exotismo de las especias se mezclaba suavemente con la inocencia de
un presuntuoso futuro artista. Y fue allí
donde nacieron los productos de una noche de sueños en la que esperaba una
llamada o un texto de ese alguien que también dispara mis sonrisas. Esta vez,
cubiletes de almendra, naranja y nuez de nogal y te especiado.
Cubiletes de almendra, naranja y nuez de nogal
Ingredientes:
·
300 grs. de harina de todo uso cernida
·
200 grs. de harina de almendras
·
250 ml. de leche
·
250 ml. de aceite vegetal
·
1 huevo entero
·
2.5 grs. de polvo para hornear
·
200 grs. de azúcar moreno
·
5 grs. de sal fina
·
25 ml. esencia de vainilla
·
150 grs. nuez de nogal picada
·
Ralladura de naranja
·
Polvo de canela
Procedimiento:
1.
Precalentar el horno a 150 ° C
2.
Cernir el harina de todo uso, la sal y el polvo
para hornear. Mezclar junto con el
harina de almendras.
3.
Agregar el azúcar, la canela y la ralladura de
naranja.
4.
Agregar el huevo, la leche, la esencia de
vainilla y el aceite y mezclar solo hasta que los ingredientes se incorporen. A mayor mezcla menor será el efecto de esponja
en la masa.
5.
Agregar con movimiento envolvente las nueces de
nogal picadas.
6.
La mezcla debe quedar bastante ligera. Llenar hasta la mitad los moldes para cubilete
7.
Hornear por 15 minutos
8.
Si se desea un sabor más pronunciado de naranja
se puede agregar un poco de agua de azahar.
Té Especiado
Ingredientes
·
1
litro de agua
·
2 rajas de canela pura
·
5 pimientas de castilla
·
4 clavos de olor
·
1 trozo de 1 cm de jengibre
·
1 flor de anis estrellado
·
14 grs. de té negro.
Procedimiento:
1.
Hervir el agua junto con las especias por al
menos 15 minutos o hasta que las especias desprendan sus sabores.
2.
Apagar el fuego y agregar el té de golpe y
permitir la infusión por al menos 6 minutos.
3.
Colar y descartar los sólidos.
4.
Servir en tazas y endulzar al gusto.
Esta mezcla se me antoja clásica para una tarde melancólica o
sutilmente tierna en la que son aquellos sonidos o palabras escritas las que guían
los recuerdos. Definitivamente la
lectura de Proust y quizás los sonidos de Hurts o Pianochocolate.
Como siempre, les deseo las mejores experiencias en sus
cocinas.
Namaste.
Yahann, el habitante de Júpiter.