domingo, 18 de diciembre de 2011

De Desnudos, Amores Y Ficciones: Stripthesis de Ronald Flores




Tras años de enfrentarme a esas intensas páginas en donde Derridá y sus conceptos me hicieron replantearme cada una de las ideas que concebía como estéticamente agradables y de enfrentarme a placeres igualmente intensos pero complejos y constantemente retadores para mi intelecto me doy cuenta que el genio de Ronald Flores simplemente se le disparó de las manos.

A pesar de considerarme a mi mismo como un ser alienado en donde la belleza de los poetas malditos o los textos intimistas y delicados de los suramericanos de los setentas me hacen temblar, he de aceptar que “Stripthesis” está claramente incluida dentro de los diez libros de ficción que más han calado el asfalto intelectual de mi corteza cerebral. Y es que esta novela es un chiste, una desfachatez, un descaro a las claras, una deliciosa broma para cada una de las concepciones que se nos fundan en los libros de literatura, en las clases de moral y en ese puritanismo, tan latinoamericano, que nos enseña que el academicismo y el erotismo nada tienen que ver y deberían estar por completo distanciados.

En “Stripthesis”, Ronald Flores nos adentra a un mundo perverso, torcido y deliciosamente adictivo, y no me refiero al mundo del erotismo, sino al mundo de la mente y la conciencia del ser humano. Tomando como referencia una imaginaria tómbola plagada de filósofos contemporáneos cuyos rimbombantes nombres plagaron mis clases de filosofía y literatura del siglo XIX y XX, Flores nos permite conocer como la mente puede encontrar esas asociaciones que son innatas al ser humano y que nos aferramos a disociar con afán academicista. La novela nos presenta a un joven graduado de literatura en una universidad del extranjero (un personaje que se me antoja tantas veces al autor o a varios de aquellos arquetípicos gafapastas probablemente omnisexuales –porque en ningún momento de la novela se establece si es únicamente heterosexual-) plagado de conocimientos que necesita mostrar al mundo, pero sobre todo, que necesita unir a elementos que probablemente tiene inconclusos desde su infancia. Y es que desde la elección de una voz narrativa femenina, la asesora de la compleja tesis de doctorado del protagonista, la novela es un chiste a los convencionalismos y las estructuras académicas. No es difícil entender que una mujer hable de erotismo, mucho menos que hable sobre teoría literaria o filosofía, pero si que lo haga sobre la sexualidad de otros y deje a un lado la propia.

A partir del planteamiento clásico en el que el eros, la materia prima de donde todo procede (aunque Freud lo plantea como la líbido y el Kundalini yoga lo plantea como el despertar del Kunda) se pretende encontrar su intrínseca relación con el logos (el pensamiento estructurado), un proceso totalmente ligado al título de la novela. Y es que en cada página que arrancamos es como si desvistiésemos de los complejos deseos de complicar la verdad humana. A través de encuentros perversos y oscuros con las manifestaciones de la sexualidad humana, desde un lupanar en Nueva Orleans en donde se discuten el tamaño de los senos de una de las gimnastas-meretrices a la vez que se replantea la catarsis aristotélica hasta un rarísimo encuentro comparativo entre un pesado texto filosófico y una revista pornográfica de los setentas en una oscura biblioteca de Austin, el personaje principal (que quizás sea algún perverso alter-ego de Flores) busca desenmarañar en sus tesis doctoral algunos de los deseos del hombre moderno (como ser humano y no como género).

Lázaro Tormes, al igual que aquel guía de ciegos de la literatura picaresca española, nos guía (al igual que a su grupo de estudiantes de primer año) a través de un proceso en donde la pornografía, el erotismo y las más elevadas ideas de los genios filosóficos (particularmente los clásicos alemanes y las mentes maestras del posmodernismo) encuentran un punto en común, una verdad inalienable: El Amor Es Una Ficción. Y es que nos adentramos en un mundo decadente, el de los secretos que se develan más allá de los virginales velos de las uniones socialmente aceptadas o el de los convencionalismos académicos, esos que se guardan muy bien para dejar florecer aquellas adictivas flores de adormidera carnales que yacen en cada ser humano y su lujuria personal.

Una novela fascinante y asquerosamente genial, porque no hay otra forma de definir un estilo en donde incluso el lector saldrá ensuciado pero feliz. Un delicioso placer que se asemeja por completo a consumir chocolate de leche y maní salado cuando se es diabético e hipertenso, totalmente culpable (aunque para algunos, como el autor lo cita, pueda ser un texto de Marcela Serrano o de Ángeles Mastretta, que no es mi caso pero si el de mi mamá), plenamente consciente de que cada elemento hará solo el daño necesario para sonreír a la mañana siguiente y recordar que ese untoso sabor a culpabilidad nos dará una experiencia personal de delirante placer.

Una de mis novelas favoritas, en donde el autor logra que el final sea tan delicioso como su desarrollo, una de esas piezas que no se si comparar con la escala erótica de Platón, con el proceso de Masters & Johnson sobre las etapas de la líbido en una relación carnal o con algún estructurado texto de Vladimir Propp o las complicadísimas disertaciones de Derridá.

Recuerdo cuan fascinante fue para mi leer el texto mientras era un profesor de literatura para un colegio de fundamentalistas católicos, nunca antes mis recesos fueron tan abiertamente decadentes en plena biblioteca mientras muchas pruebas sobre literatura medieval esperaban a ser calificadas. Flores supo conducirme a desnudar su narrativa y esperar un final tan delicioso, claramente previsible pero a la vez inesperado …

Como siempre les deseo increíbles lecturas en sus manos y maravillosas experiencias de crecimiento.

Namaste.

La reseña en la página del autor. http://www.ronaldflores.com/stripthesis/

Puede ser adquirido en Sophos En Línea.

Paradiso: Melocotones infusionados con menta sobre arroz con leche vegano.




Desde que volteé mis ojos y mi corazón hacia una vida más en contacto con la espiritualidad y el cambio personal he encontrado muchísimas formas de llegar a reconocer la belleza de nuevas formas de vida. Una de ellas evidentemente fue el vegetarianismo. Dada mi pasión por la cocina y mis locos intentos creativos he logrado sabores sorprendentes que no dependen de manera alguna de productos de origen animal. Esta vez quiero presentarles mi versión de arroz con leche, una receta facilísima, una de las favoritas de mi abuelita, pero que esta vez será especiada con deliciosos sabores que no se mezclarían usualmente con un clásico arroz con leche.

Ingredientes:
1 taza de arroz blanco
1 litro de leche de soya (no recomiendo la de almendra para esta receta pues el sabor se perdería)
60 gramos de azúcar moreno (o la mitad de edulcorante artificial para aquellos que somos diabéticos)
1 raja de canela
1 pieza de anís estrellado
4 clavos
La piel de media naranja
La piel de medio limón
2 melocotones
Menta fresca

Procedimiento:
1. Colocar el arroz en agua fresca para liberarle del almidón por al menos 30 minutos, usualmente yo cambio el agua hasta 3 veces.
2. Colocar medio litro de agua fresca a hervir y añadirle las hojas de menta y un trocito de canela.
3. Colocar en un cazo la leche de soya, el azúcar moreno (o edulcorante), las pieles de los cítricos, el anís estrellado y los clavos hasta que hierva.
4. Agregar los melocotones sin piel y en mitades a el agua hirviendo y cocinar por más o menos unos 5 minutos o hasta que estén suaves. Colar y refrescarlos. Aconsejo colocarlos en la nevera para tenerlos bien fríos. La infusión de menta y melocotón hace un delicioso y ligero refresco si le endulzas y lo enfrías.
5. Cuando la leche de soya esté infusionada con las especies es momento de retirarles. Agregar el arroz y cocinar por más o menos 30 minutos removiendo constantemente hasta lograr una especie de risoto dulce y cremoso.
6. Al momento de montar el plato, tomar los melocotones totalmente fríos y colocarlos en el fondo de las copas para helado, agregar sobre ellos una cantidad suficiente de arroz con leche de soya. Añadir un chorrito de la infusión de menta y melocotón y canela en polvo.

Uno de mis nuevos postres favoritos.

Como siempre les deseo increíbles experiencias de crecimiento y fantásticos sabores en su cocina.

Namaste.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Suntuoso y ligero, Bruscheta de Calabacín y Faux Italienne




Nada me gusta mas que un plato cargado de sabor y la capacidad para descomponer sus elementos y crear un festín de sabor, color y textura.

Una noche en la que carecía de mis clásicos elementos compositivos (berenjenas, champiñones, fruta, zanahorias y tofu) me di cuenta que con pocos elementos podría crear una deliciosa cena que poco tiene que envidiarle a los platos vegetarianos de dos de los más importantes restaurantes de este rubro en mi país.

Esta vez, un poco de pan, una calabacita, mi estante de especies y algunos tomates fueron la base de esta sorprendente cena.

Bruchetas de Calabacín con Faux Italienne

Ingredientes:
1 hogaza de pan bagette
1 calabacín mediano
1 cucharada de vino tinto
3 onzas de queso crema
4 cucharadas de aceite de oliva
4 tomates roma picados
¼ de taza de apio picado
3 cucharadas de cebolla picada
1 diente de ajo rallado
Tomillo seco
Albahaca fresca
Romero fresco
Orégano seco
Azúcar
Sal
Pimienta

Preparación

1. Cortar la hogaza de pan en rodajas de al menos 3 centímetros y tostarlos ligeramente.
2. Cortar el calabacín en rodajas delgadas y luego cortar en medias lunas. Sazonar con aceite de oliva, sal, tomillo seco y pimienta y asar por 5 minutos.
3. En una sartén colocar dos cucharadas de aceite de oliva a calentar. Cuando esté caliente agregar el orégano y el tomillo y preparar por 30 segundos.
4. Agregar los tomates, el apio y la zanahoria rallada y cocinar por aproximadamente 5 minutos.
5. Agregar el vino tinto, el azúcar, la sal y la pimienta.
6. Cortar la albahaca y el romero en chiffonade y agregar a la mezcla de tomates, cocinar por aproximadamente 3 minutos más.
7. Corregir sazón.

Emplatado:

1. Untar queso crema sobre las tostadas de bagette. Agregar una lasca de calabacín. Reservar.
2. Colocar la salsa en un recipiente pequeño al centro del plato.
3. Colocar las tostadas alrededor del tazón y servir.

Una de mis cenas favoritas que para los omnívoros bien podría ser una deliciosa entrada para compartir con los amigos en una fiesta o reunión en donde querrás impresionar con un sabor totalmente diferente.

Esta vez recomiendo algo ligero y suave como acompañamiento, esta vez no es vino sino una deliciosa cerveza ligera y dorada puesto que el intenso sabor de la salsa, el pan y los calabacines arruinarían cualquier vino.

Y como acompañamiento algo de suntuosa fusión de lounge, “Amor” de Nino y “Breate” de Bliss, ambos extraídos de la fabulosa serie de Buddha Bar.






Como siempre, les deseo increíbles sabores en su cocina.

Namaste.

Zuppe Di Patata, una caricia gastronómica para el Invierno




El invierno se presenta inminente plagado de ese frío sorprendente que hace que la tierra se recoja a si misma y muchos de los productos con los cuales nuestras mesas se adornan, no aparezcan más. Este es el momento en el que nuevos productos hacen su entrada debido a las suculentas cosechas de otoño.

Pero nada, absolutamente nada puede gritar su naturaleza de reconfortante como una sopa y nada mejor que mi Zuppe Di Patata para levantar el espíritu de un quebrantado, compartir con un ser amado en una tarde lánguida de media semana o simplemente prepararla para recordar que el mundo también puede conocer la ternura.

Una sopa sencilla y llena de sabor inspirada en la tradicional, “Pasta e Patata” de la cocina italiana, esta vez creada como una pieza más ligera y lista para reconfortar el alma. A diferencia de muchos de mis platos, esta receta no contiene los suntuosos elementos de presentación puesto que esta es una pieza básica en donde el sabor siempre estará mucho más presente que la presentación.

Zuppe Di Patata

Ingredientes

1 litro de caldo de verduras, caliente
5 tomates roma
1 cebolla mediana
1 diente de ajo grande.
2 tallos de apio
1 ½ tazas de papa pelada y cortada en cuadros medianos
½ taza de zanahoria cortada en cuadros medianos
Oregano seco
4 hojas de albahaca fresca
1 ramita de romero fresco
Sal
Pimienta
Aceite de oliva

1. Rallar finamente los tomates en el rallador más fino, nos quedará una especie de jugo de tomate, no te preocupés, eso es lo que buscamos. Reservar.
2. Cortar en cuadros medianos la cebolla y machacar el ajo.
3. En una olla profunda colocar dos cucharadas de aceite de oliva a calentar. Cuando esté caliente agregar el orégano seco y preparar por 30 segundos. Agregar la cebolla y el ajo al aceite a preparar por 3 minutos.
4. Agregar las zanahorias, la cebolla y el apio. Cocinar por cinco minutos más.
5. Agregar las papas y preparar por 3 minutos.
6. Agregar el caldo de verduras caliente y el tomate rallado. Agregar las hojas de albahaca enteras y la ramita de romero.
7. Corregir la sazón de sal y dejar cocinar por más o menos 30 minutos o hasta que la papa y la zanahoria estén suaves.
8. Servir en tazones grandes y agregar un toque de pimienta molida al servir.

Esta sopa es un beso al alma y una caricia al corazón como diríamos mi madre y yo en un mantra entre nosotros. Suelo acompañarla con tres palitos de pan y queso, una taza de té dulce y caliente, una buena compañía y música de Italia.

Esta vez si bien es cierto lo acompañaré con música en italiano, no será por un italiano sino por un francés, “Io So Que Tu” de Amaury Vassilli.



Como siempre les deseo increíbles sabores en su cocina.

Namaste.

Calzone, el reconfortante sabor de mamá, el huerto y la cocina de sábado por la noche en Italia.




A pesar de que mi fascinación siempre ha sido la gastronomía refinada y elegante de las mesas de Francia, particularmente las de Paris (lugar que tengo que visitar antes de morir), la mesa de Italia siempre me ha seducido por su simpleza y honesta cualidad de ser deliciosa y no complicada.

Esta vez, rendiré tributo a la cocina “Della mamma” como la llaman los italianos. En esta ocasión rindo homenaje a dos de mis platos favoritos de esa deliciosa y sencilla cocina casera, la cocina de diario en donde los más sencillos ingredientes del huerto se mezclan con las pastas y algunas proteínas para sustentar el cuerpo, deleitar el paladar y reconfortar al alma. Dos versiones del clásico “calzonne” italiano, la primera es mi reinvención del espagueti a la boloñesa en una versión vegetariana plagada del sabor de la Toscana mientras que la segunda es mi reinvención de la salsa florentina.

Calzone Bolognessi e Fiorentino

Ingredientes

Para la masa

2 tazas de harina de todo uso
1 ½ cucharadita de polvo de hornear
2 cucharaditas de aceite de oliva
½ a ¾ de taza de agua
1 cucharada de tomillo seco
1 cucharada de orégano seco
1 cucharada de sal

Relleno Florentino
Espinaca fresca en cantidad suficiente
1 pimiento rojo grande
2 dientes de ajo grandes
½ taza de champiñones cortados en lascas finas
1 cebolla mediana
2 cucharadas de aceite de oliva
Orégano
Sal
Pimienta
4 cucharadas de leche de soya
2 cucharadas de fécula de maíz
Tomillo
Sal de apio
Cebolla y ajo en polvo.

Relleno Boloñés
5 tomates roma
2 cebollas medianas
2 ajos grandes
¾ de taza de proteína de soya rehidratada y procesada finamente o champiñones picados.
1 pimiento grande
Albahaca Fresca en cantidad necesaria
Romero Fresco en cantidad necesaria
1/8 de cucharadita de orégano seco
Una pizca de azúcar
Sal
Pimienta.




Preparación de la masa:
1. En un tazón amplio mezclar el harina, el polvo de hornear, la sal, el orégano y el tomillo hasta lograr una mezcla uniforme.
2. Agregar las dos cucharadas de aceite de oliva y mezclar hasta deshacer los grumos que se pudiesen formar.
3. Agregar poco a poco el agua hasta formar una pasta homogénea y no pegajosa, dependerá de la cantidad de harina. El objetivo es formar una masa elástica que no se pegue a los lados del recipiente y se pueda formar una esfera. Al tenerla lista, dejarla reposar en el refrigerador cubierta para evitar que forme la clásica película, por más o menos 45 minutos.

Preparación del relleno florentino:
1. Lavar y secar la espinaca. Retirar los tallos que pueda tener aún. Picar en chiffonade (esto quiere decir picar finamente en tiritas largas para evitar tener las hojas completas dentro del relleno) y reservar.
2. Retirar las semillas y las venas del pimiento y cortar en bastones de tamaño medio.
3. Cortar la cebolla en juliana y picar el ajo finamente.
4. En una sartén de fondo amplio colocar las dos cucharadas de aceite de oliva. Cuando esté caliente agregar el orégano y preparar por 30 segundos, luego agregar el ajo y la cebolla y acitronar (permitir que esté traslúcido y suave al tacto).
5. Agregar los pimientos y cocinar por tres minutos.
6. Agregar la espinaca y permitir que las hojas de marchiten al calor y tomen el sabor de la preparación anterior. Esto tomará más o menos unos 5 minutos.
7. Para preparar la salsa del relleno mezclarás la leche de soya, la sal de apio, el ajo y cebolla en polvo (cuidado que no sean sal con ajo y cebolla sino solo ajo y cebolla en polvo), la fécula de maíz, el tomillo, un poquito de orégano, sal y pimienta. Dejamos reposar todo.

Preparación del relleno boloñés:

1. Lavar y secar los tomates. Pelarlos y cortarlos en cuadritos.
2. Picar una de las cebollas y los ajos finamente.
3. En una sartén agregar las dos cucharadas de aceite de oliva. Cuando esté caliente, agregar el orégano seco y cocinar por 30 segundos.
4. Agregar la cebolla y el ajo y permitir que se acitronen.
5. Agregar los tomates picados y cocinar por 4 minutos. Agregar la proteína de soya o los champiñones (o ambos si te sentis goloso).
6. Cortar en chiffonade la albahaca y el romero. Agregar a la preparación las hierbas, la pimienta, la sal y el azúcar.

7. Cortar en gajos grandes el pimiento y la otra cebolla y asar. Esto tomará más o menos unos 15 minutos en un horno tostador pero nada se le compara al sabor de asar al carbón.
8. Corregir sazón y reservar.




Ensamblaje:

1. Retira la masa del refrigerador y amasa por más o menos tres minutos hasta hacer elástica la masa de nuevo.
2. Cortar la masa en seis partes iguales y formar pequeñas esferas.
3. Estirar cada esfera hasta obtener piezas similares a pequeñas pizzas.
4. Para los calzón florentinos, agregar un poco de la salsa blanca y luego rellenar con la mezcla de espinacas al centro. Para los boloñeses, agregar la preparación de tomate, algo de cebolla y pimiento asado.
5. Doblar por el medio y sellar las orillas.
6. Hornear a 250 C por 30 minutos.


Usualmente los presento con la salsa blanca que me quedó restante y tomates con albahaca y aceite de oliva.

Algo de vino tinto o un jugo de uva para los abstemios no serían mala idea para degustar estos trataditos de mesa familiar.

Y para ambientar algo del sorprendente Patrizio Buanne, “Parla Piu Piano”, incluído en su álbum, “The Italian”



Como siempre les deseo fascinantes sabores en su cocina.

Namaste.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Un recorrido a 100 años de yoga y 55 minutos de cambio personal, Body Balance 54 de LesMills.




Lo que en un momento se inició como un curioso encuentro con yoga de gimnasio, cada vez se acerca más al espíritu que ensalza yoga como una forma de vida y no solo como una rutina de ejercicios.

Esta vez la Dra. Jackie Mills se dedicó a crear una entrega verdaderamente intensa y sorprendente con BODYBALANCE 54. En ella nos reencontramos con los principios que cada uno de sus practicantes buscamos en cada elemento del programa. Desde un delicioso y fluido calentamiento en base a ricos y diversos movimientos de tai chi, hasta un verdaderamente retador bloque de equilibrios sin dejar a un lado a los intensos ejercicios para fortalecer el núcleo corporal con los Pilates. Pero todo ello no es lo suficientemente interesante como los extenuantes pero hermosos fluidos de yoga en donde nos reencontramos con la inspiración que esta mujer toma de varias escuelas de yoga para introducirnos a la practica del programa.

Veamos entonces pista por pista que nos trae esta entrega:

1. Calentamiento de Tai Chi con “Haunted” de Poe. Fluida y hermosa es esta secuencia en donde no solo las piernas y brazos se mueven para introducirnos a los asanas. Jackie Mills escogió una secuencia que más bien pareciera un baile sugestivo y elegante en un jardín de Pekín en donde se incluye la “Cola del Ave” como punto de partida para la secuencia. Simplemente deliciosa a pesar de que la pieza musical es un intento de ahuyentar fantasmas, quizás sean los fantasmas de la pereza los que debemos hacer a un lado. A la fecha mi calentamiento de tai chi favorito.



2. Saludo al Sol con “Frozen” de Brian Swadei. Una refundición maravillosa de la pieza que Madonna hiciera famosa en los noventas, esta vez más adecuada a un movimiento new age. Acá Jackie nos introduce (o nos recuerda en mi caso) a la secuencia de saludo al sol de la serie primaria de Ashtanga Yoga aunada a intensos estiramientos en postura ecuestre. Fascinante.



3. Posturas de Fuerza con “Just The Way You Are” de Bruno Mars. Power Yoga en su expresión más intensa. Una pieza alegre y vital que nos hace resistir los asanas de fuerza en donde el Guerrero 2 y la postura del Arado nos harán revisitar la fuerza en nuestras piernas y torso.



4. Equilibrios con “Blind Faith” de Life Orchestra. Quizás la pista más demandante de toda la entrega. Acá nos moveremos en progresiones de posturas como el árbol modificado, postura de la estrella, postura de la media luna, postura del avión y la siempre exigente guerrero tres. Seis series en donde el equilibrio se pondrá a prueba sobre todo en las últimas dos series en donde haremos una modificación de la postura de la silla / árbol para renacer de la oscuridad hacia la luz de la estrella. Sorprendente.






5. Apertura de Caderas con “Everytime it rains” de Charlotte Martins. Una sensual y lenta visita a Kudalini Yoga. Sorprendentes giros de columna en el loto modificado serán la base para una serie de extensiones de espina dorsal y apertura de caderas para trasladarnos lentamente hacia la demandante pichón y posteriormente la modificación del rey pichón. Las caderas verdaderamente se revitalizan en esta pista.

6. Pilates Abdominales con “Rolling In The Deep” con Colorbox. Esta modificación de la popular pieza de Adele nos presenta una pista cargada de movimientos simples y el regreso a los Pilates originales. Nos movemos desde las tijeras, pasando por el “cien” hasta llegar a las extensiones de brazos y piernas y la plancha en hombros, solo para llegar a la demandante plancha lateral que es donde el ejercicio se hace más intenso y fuerte.

7. Pilates Espalda con “Choose You” de Stan Walker Acá visitaremos posturas básicas de nuevo como el “Pointer” con movimientos de piernas para fortalecer los glúteos y espalda baja y un giro delicioso en el “Medio Arco” de yoga. Visitaremos de nuevo extensiones de piernas para terminar con algo de yoga en el “Arco”. Recordaremos músculos que creíamos inexistentes.



8. Giros con “Hold My Hand” de Emerald Green Acá pareciera un espejismo el como piernas y espalda se mueven para darnos la suavidad en la intensidad, aunque parezca paradójico. Una deliciosa serie de giros que le recordarán a nuestra espina dorsal la belleza del movimiento.



9. Estiramientos posteriores con “The First Time I Saw You” de Leona Lewis Una pieza sensual, lánguida que invita a tocar cada uno de los lugares más recónditos de nosotros mismos. Jackie Mills diseñó una secuencia que nos lleva desde el perro hacia abajo, moviéndonos a través de la pirámide, una sensual modificación de la postura del triángulo para luego visitar de nuevo las extensiones del tai chi del inicio de la entrega ahora más hermosas, más extensas e intensas. Terminamos con una inversión básica que nos recuerda el poder de los músculos de las piernas y la espalda baja.
10 y 11. Relajación y Meditación con “Peace” de Stanton Lenier y “Life and Death” de Deeper Connections.

Esta entrega se cuela dentro de mi lista de favoritas no solo por los movimientos y el fluido sino por la calidad de la musicalidad la suntuosa mezcla de escuelas de yoga incluidas. Un postrecito para el cuerpo, un deleite para la mente y un momento de calma para el espíritu.

Como siempre les deseo sorprendentes experiencias de vida. Namaste.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Un tributo a los corazones rotos, el nuevo álbum de Coury Palermo.



Somos básicamente seres emocionales. Seres que han desarrollado la capacidad de mostrar las emociones que mueven su vida y le convierten en algo mucho mayor que los animales con los que compartimos el reino biológico. Y entre esas emociones no podemos dejar de colocar a la más intensa de todas, el amor. Aunque este sea uno que se transforma del idílico y sorprendentemente hermoso poema al dolor y el desasosiego.

Y es allí donde un fantástico compositor e intérprete independiente se hace grande. Verdaderamente grande, Coury Palermo. Un joven intérprete y compositor que tuve la dicha de conocer a través de mi fascinación por Sleepthief, Mr. Palermo, como le suelo llamar en un grupo cerrado de una conocida red social, se encarga particularmente de mostrar en sus composiciones un amor intensamente hermoso, pero delicado y destruido. En su primer álbum como solista independiente, Palermo nos presenta una compilación de trece temas en los que el amor se muestra hecho añicos, duele, lastima y se crea una conciencia de esperanza maravillosa. No es el clásico álbum pop en donde se enaltece a la forma edulcorada de amar, si no se muestran aquellos intensos sentimientos en donde los corazones han perdido un momento de dicha pero han ganado la fuerza para persistir y ser más fuertes.

Técnicamente el álbum de Palermo carece de ese sonido sorprendente al que estoy acostumbrado en las voces masculinas en géneros como el goth metal o el pop op, pero dentro de su género (difícilmente catalogable como “pop” aunque muy cercano al trabajo que en algún momento quiso realizar Cristina Aguilera con hermosos melismas), Palermo es muy bueno. Aún le falta desarrollarse, pero es comprensible y para ser su primer álbum, el producto es sorprendentemente bueno.

El álbum, “The Broken Way We Love” está plagado de piezas en canon en donde Palermo hace gala de su hermoso color de voz, piezas que me recuerdan mucho a los coros gospel del sudeste estadounidense en donde se ensalzan himnos a un amor mayor también. Esta influencia es evidente debido al contacto que Palermo tiene de su lugar de nacimiento y el lugar en donde tiene su residencia, Texas y Tennesse respectivamente (Austin y Nashville). Por momentos su voz me recuerda a ciertos tonos alcanzados por Phil Collins pero en una versión mucho más ligera y aguda. Melódicamente, el álbum mezcla de manera muy interesante piezas con cierta reminiscencia marcial con elementos que asemejan a valses en piano y violonchelos, algo recurrente en su musicalidad, permitiéndole crear una atmósfera intimista y delicada.

Las piezas se presentan de la siguiente manera:

1. The War – Una de mis favoritas, aunque demasiado triste y marcial para ser la pieza de apertura. Pero totalmente deacuerdo con el tema. Una balada melancólica plagada cánones y sonidos en violonchelo y redoblante que acentúan aún más su sonido marcial. Un poema a un amor roto y destrozado.
2. Waiting For Daylight – Hermosa y capaz de levantar a cualquier corazón lastimado. Limpia y hermosa a pesar de hablar sobre el desamor. Pareciera una progresión orgánica de “The War”
3. Hush – Suave e íntima. Alejada esta vez de los instrumentos orquestales y llena del intimismo de una guitarra. Una melódica pieza de despedida, idílica y hermosa. Mi balada favorita del álbum.
4. You’re All I Know – Una clásica pieza de dolor a piano con el sabroso twist de una voz en melisma masculina.
5. Bitter / Sweet – Una pieza que no dudaría en escoger como el punto final para una relación en donde debo decir adiós y no volver, pero que el dolor me invade. Así de simple, así de limpia, así de hermosa.
6. All of Me – Quizás una de las piezas en donde Palermo logra lucir más su voz, pero me parece una de las más débiles del álbum. Linda si, pero un tanto pequeña a comparación de las demás.
7. Stay Close – La pieza con la influencia más grande del gospel y el bebop del álbum.
8. Headline – El corte más comercial del disco. Una pieza que me recuerda en muchos aspectos a ciertos elementos de la lírica de Sarah McLachlan en sus inicios. Una pieza perfectamente adecuada para una radio de Contemporary Adults y que seguramente estaría en los charts.




9. In Your Wake – La pieza que musicalmente más me recuerda a las piezas adoloridas de Alanis Morrissette en “Jagged Little Pill”. Musicalmente es la que menos me gusta, pero las letras son de mis favoritas. Un reclamo claro a si mismo por el amor no correspondido.
10. Home – Una clásica pieza sureña de regreso a casa, esta vez, regreso al reconfortante hogar del corazón. Tristísima, me hace pensar en algunos momentos en que esta sería la evolución clara de una balada country.
11. Lay Your Weapons Down – Un bonus track que bien podría ser, en un álbum progresivo, el final de una suite entre “The War” y “Waiting for Daylight” Palermo logra crear una pieza en donde su voz sobresale a delicadas notas de órganos. Un poema a la paz que se necesita entre dos corazones lastimados.

Si tuviese que darle una calificación como crítico en estrellas, sería de cuatro debido a que no termina de convencerme el hecho de una voz tan hermosa que se contiene aún. Si tuviese que calificar como un fan, evidentemente serían cinco estrellas, pero me contengo con las cuatro.

Palermo posee un talento sorprendente y un aparato vocal hermoso, que con el tiempo estoy más que seguro que logrará maravillas si los medios lo promocionan lo suficiente y logra que su arte sea reconocido. De hecho le veo como una hermosa joyita por descubrir, de esas raras piedras preciosas que ni siquiera hay que pulir porque perderían su encanto.

Como siempre les deseo increíbles experiencias auditivas. Namaste.

Las fotografías fueron tomadas de la página oficial del artista.

Una prueba de su capacidad vocal en "Headline"

Su álbum puede ser descargado digitalmente en:

http://www.courypalermo.com/

http://www.e-junkie.com/courypalermo

domingo, 6 de noviembre de 2011

About Love and Lust: The Divinely Lust and Love Deities

Una de mis tantas fascinaciones radica en mi gusto por las religiones antiguas. Siempre quise mostrar la forma en la que cada una de esas religiones veían a sus divinidades del amor y la lujuria y creo que lo conseguí con el primer grupo de retratos que diseñé para, "About Love and Lust". Acá coloco a los primeros entre ellos.

Espero los disfruten tanto como yo disfruté crearles.



Aesma Daeva, Prince of Unspeakable Desires (Zoroastrismo)



Xochiquetzal, Primal Lust (Antigua Religión Maya)



Eros, The Source (Antigua Religión Griega)



Freya, Vanir of Love and War (Antigua Religíon Nórdica)



Aphrodite, Seductress (Antigua Religión Griega)




Kamadeva: The Deva of Love (Hindusimo)

De Nuevo Flores





Desde hace algún tiempo que no coloco ninguna entrada en este blog, lo se, no soy el mejor blogger del mundo pero espero remediar esta situación pronto.

Por el momento quiero publicar algunas fotografías que he tomado de seres maravillosos, más flores.

Flores que he encontrado en distintos lugares en donde mí cámara también me ha acompañado y he logrado capturar la esencia de su belleza, desde un suntuoso viaje a la Antigua Guatemala con una buena amiga hasta una curiosa orquídea que solo fue húesped en casa por algunos días.

Espero lo disfruten tanto como yo lo hice.













Another Kerouac

Endless possibilities
Driving a road I do not know if I will remember
Routes, detours and pit stops
Take my own flesh under the burning sun of new memories to remember
Yet they are tanning my skin with bliss and pain


Carrying many chances to fail
To encounter
To discover
To embody future
Or to make a U turn and take my past again
Taking the chance to live and discover infinite…

Riding a vehicle I discovered named as conviction
Listening to the stations on a radio that some people call confidence
Distracted from the ephemeral everyday pains and sorrows
And feeling the gentle breeze of freedom on the road
Although sometimes I need to take myself and lift it from gravel…

I am not lonely
I am alone at last, facing myself driving to a place I do not know
I am being another Kerouac

Trying to find a glorious and safe way home

Wherever home might be.

Vos, un recuerdo y un presagio

(a ese ser que está más allá de mi entendimiento y mi razón, a ese alguien que espera por mí como yo espero por su ser)



Te fabricó un instante en donde la esperanza floreció tímida
Te elevaste en medio de un cúmulo de sueños
Esos que a pesar de la decadencia y el desespero
Se confabularon para darte vida en mi memoria.

Hilvanaste con deseos, con versos vetustos, con un suspiro lejano
Los retazos de momentos perdidos en el tiempo
Esos en donde me esperaba un futuro esperanzado
Y los convertiste en un único instante inmaculado
Frágil
Distante
Perfecto
Ese en donde vos anidás esperando que el mundo cambie
De la misma manera que cambiamos vos y yo en cada despertar

Te espero, aún en la ventana
Espero ver tus alas cobijándome
Espero que me desnudés de miedos y me abrás los ojos a tu radiante ser
Y se de tus ansias por abrir las alas
Por comerte el mundo
Y ascender en espiral

Se que cada noche contemplás esa misma constelación imaginaria
Se que te consolás con las caricias de la misma madre que me consuela
Se que lees los mismos versos en las mismas nubes
Se que cada domingo ves a través de la ventana esperando una respuesta silente

Se que esperás por mi, como yo espero por vos
Paciente y con una vela en las manos
Una que lleva nuestros nombres en la llama
Y que se alimenta de infinitas esperanzas.

Cada Veinticuatro Horas.

No te recuerdo de vidas anteriores
y no tengo idea alguna si te veré en las proyecciones futuras
esas que hago en mis sueños
no se quien sos y no sabes ni siquiera mi nombre completo
no te recuerdo de fabricaciones previas
y tampoco sos producto de deseos incumplidos
no tengo idea de que esperás cuando desesperás
no se si te exhasperan mis silencios
o si te aturden mis contundentes esdrújulas, esas que plagan mis versos...

Te tengo presente hoy
no te recuerdo de anoche, no se si existirás mañana
hoy, constante, consciente y consecuente
te veo hoy
te siento hoy
te vivo hoy


No me pidás adverbios temporales porque sabés que ni vos ni yo creemos en ellos
no me pidás milagros inalcanzables porque sabés que esos se gestan en la piel
no esperemos, no confiemos, no exijamos
dejemos libremente que lo que deba ser sea
que lo que se selle en un beso nos desarme de expectativas
y lo que se rompa en un abrazo
se construya en proximidad entre tu realidad y la mia



Nuestro ayer se quedó en las huellas que no he de recorrer de nuevo
el mañana, de ese no tenemos ideas más que lo que se supone o se espera
por hoy y solo por hoy
como programa de desintoxicación emocional
por hoy y solo por hoy
recordemos quienes somos
esos que se entregan en las sábanas
y caminan lado al lado fuera de ellas

hoy sos vos y soy yo
sin pasado, sin futuro, sin complejas expectativas
hoy somos nosotros...

Choregraphie; Ballet

“She moves like water over England
and carves her footprints in the earth.
She feels like wind to a sailor
a like a candle on the heart.
She sounds like poetry to a blind man
step, step, stepping from the pages of a book…”
“Elemental” Deep Forest

Primera Posición

Los espejos, la barra, el piano; todos eran instrumentos de tortura. Todos eran artefactos de suplicio bajo pretexto de concebir belleza. Belleza sublimada, etérea, compleja, plena de sangre y lágrimas, plena de mártires y verdugos. El ballet siempre significó para Natalia una perfecta relación sadomasoquista en donde los bailarines se convertían en los obedientes esclavos que se complacían en realizar los deseos de sus todopoderosos maestros-amos. Pero ella lo amaba. Amaba el poder con el que era conducida a través de movimientos que desafiaban la gravedad y la sinuosidad de líneas; deseaba ser seducida por cada nota emanada del piano y que Monsieur de Ronsard tomara sus miembros para corregir la posición que a juicio del perfeccionista francés, nunca estaba de acuerdo con la excelencia. Natalia deseaba ser una obediente esclava y complacer a su amo mientras ella se complacía a si misma.

Porque allí radicaba la diferencia. Natalia giraba en espiral, saltaba, se colocaba de puntas y manipulaba su cuerpo bajo las órdenes de Maurice, pero se complacía a si misma en el oscuro arte de saberse libre de obedecer o no.

No existía pieza completa sin el consentimiento de Natalia. Maurice de Ronsard podría ser el genio mas grande que existiera sobre la faz de la tierra, pero ninguna de sus piezas vería la luz si Natalia no las paría en el escenario. Ese era su contrato. Firmado con el silencioso orgullo de Maurice al ver que su “cisne” se contorsionaba o se expandía para poder crear los pasos que su ingenio diseñaba; y con las maldiciones proferidas por Natalia cada vez que los errores “distorsionaban la impecable perfección del movimiento”. Ese “contrato consensual” era aseverado cada día que la bailarina ucraniana entraba en el estudio, se colocaba la sumisión por vestido de ensayo, se untaba sensualidad en la piel e se irradiaba ella misma con el orgullo que le nacía de los ojos. El piano y el bastón acompañaban a Maurice en su rol de implacable amo, atiborrado de arrogancia y desafío, cumpliendo su “sagrado deber con la danza”.

Antes de que su pequeño reloj austriaco marcase las siete en punto de la mañana, Natalia ya estaba dispuesta a ser manipulada con la poesía del movimiento concebida por el ingenio de Maurice.

Aquel ritual era un perfecto juego de ajedrez en donde cada uno de los contendientes conocía su posición en el tablero. El amo-maestro debía colocarse en su trono tras el piano como rey estratega, omnisciente y omnipotente y la bailarina-esclava debía posicionarse a su lado, en su rol de soberana con el tablero libre para danzar en poder; tomar y ganar. Natalia se colocaba en la barra y ejercitaba su ser para ser expuesta al martirio de engendrar belleza, al dolor que profiere la poesía cuando gesta maravillas.

Natalia debía esperar como estatua de mármol en su primera posición a los designios de Maurice, en aquel estudio en el centro de Barcelona.


Segunda Posición

Ni en sus años como uno de los mejores bailarines de Paris y Moscú, Maurice temió a nada. El escenario era suyo, como suyos eran todos los ojos y aplausos que le entregaban. Suyo era el mundo, suya la música, suyas cada una de las hermosas “ballerines” que compartieron no solo la belleza del movimiento en su poética versión vertical, sino en la carnal versión horizontal. Pero ahora temía. Temía a la libertad, temía a la persistente postura de reto que Natalia provocaba. Maurice era considerado como un águila en cacería cada vez que bailaba. Pero Natalia era distinta, ella trascendía la materia para asentarse en el mito. Natalia conjugaba la delicadeza de las hadas y la magia de los ángeles. Y era precisamente eso lo que Maurice no soportaba, el reto de la perfección, el reto de ser sublime sin crear.

- “Mademoiselle Volkova, ¿Que tu se folie?” gritó Maurice exaltado desde su piano incorporándose tras tomar su bastón.
- “Excuse moi, Monsieur de Ronsard” pidió Natalia en tono suplicante mientras el suelo era el único lugar al que se podría aferrar para evitar la recriminante mirada de Maurice.
- “Su francés es pésimo” aseveró Maurice mientras la rodeaba a la vista de los demás bailarines, “y puedo notar que su danza esta siguiendo el mismo camino que su francés.”
- “Pero Monsieur de Ronsard, debía girar muy rápido y Sergèi no pudo sostenerme.” declaró la joven al momento de incorporarse.
- “Nunca culpe a otro de su incompetencia, a menos que desee reincorporarse a los coros.” amenazó con aquel delicioso acento, ese que acariciaba los sentidos.
- “¡Toque!” fue la arrogante respuesta de Natalia mientras regresaba a la posición inicial.

Maurice tomó entonces el violonchelo y ella a diez metros de él amenazándole con todo el poder de su libertad y su feminidad. Natalia era un halcón de caza de algún legendario reino feérico mientras se colocaba en la segunda posición.

Tercera Posición

Imponente, arrogante y soberana danzaba Natalia guiada por la seductora y melancólica armonía del violonchelo, hasta que Maurice suspendió su interpretación súbitamente para rasgar un trozo de su camisa.

- “Sergèi, siéntate”
- “Excuse moi monsieur “ respondió el bailarín ruso.
- “A tu lugar” agregó Maurice en tono despectivo, tomando el trozo de tela entre sus manos.
- “Natalia, ven acá” gritó mientras todos atendían a la voz de Maurice.
- “M. Ronsard” dijo Natalia atacándole con la mirada.
- “Debes aprender a sentir la música, dejar de ver en el espejo tu vanidad y convertirte en una con la danza. Puedes ser la prima balerina de esta compañía, pero no me interesa una bailarina sin alma. Aprenderás a bailar con el alma y no con los ojos” decía Maurice mientras vendaba los ojos de Natalia con el trozo de su camisa.
- “M. Ronsard, no se si podré” argumentaba Natalia tratando de aflojar su vendaje.
- “Yo te guiaré, Tercera Posición” ordenó Maurice tomando con fuerza sus muñecas y dando la orden de iniciar a su pianista.

Natalia podía sentir el pulso en sus muñecas debido a la presión que ejercían las manos de Maurice, podía sentir como su sangre era bombeada con una fuerza mayor a la acostumbrada y como la adrenalina se apoderaba de su delicado cuerpo. Sí, de nuevo era la complaciente esclava a merced de su implacable señor; sí, Maurice era de nuevo el poderoso amo del destino de Natalia. Era él quien decidía sobre lo que se podía o no hacer; sobre lo que se podía o no disfrutar, sobre lo que se podía o no mover. Era él quien poseía el control.

La música sonaba lentamente y era Maurice quien guiaba los pasos de la ahora ciega Natalia. El maestro era quien susurraba los pasos que ella debía ejecutar. Natalia se abandonaba lentamente a los deseos de Maurice. Complacía lentamente los caprichos de su amo cual obediente juguete de piel. Natalia realizaba cada movimiento con una obediencia casi servil, casi absurda. Natalia regresaba el poder de nuevo al amo y se olvidaba de su propia conciencia. Ella concedía toda su fuerza no en resistirse a ser dominada sino en complacer los mandatos de aquel que la guiaba. Aquel contrato se cumplía y ella regresaba a su parte pasiva en la que debía aceptar los dolorosos castigos que la mente de su maestro debía crear. Crear... para ambos engendrar magia, engendrar movimiento... arte.

Todos les veían atónitos. Observaban como la obediencia de Natalia creaba maravillosas formas concebidas en la mente de Maurice. Ambos se penetraban en la psique del otro. Natalia confiaba plenamente en las intenciones de su amo y se abandonaba a la ceguera de vanidad. Se abandonaba a los ojos de su señor.

Al terminar la pieza ambos finalizaron colocándose en tercera posición, esa que demuestra la gracia de la sumisión y el infinito placer de la espera. El lugar se abarrotó de aplausos para los danzantes. Maurice retiró el trozo de tela de los ojos de Natalia y ordenó a todos regresar a sus posiciones.

- “¿Entiendes ahora lo que espero de ti?” fue la tosca pregunta que emanó de la boca de Maurice mientras este caminaba hacia su asiento.
- “Oui Monsieur” dijo Natalia con los ojos en el suelo y la mente maquinando su dulce venganza.


Cuarta Posición

El sol se ocultaba lentamente y Maurice se encargaba de apagar cada luz dentro del estudio. Se sentó en su silla favorita y tomó su viejo violonchelo decidido a tocar. De pronto unos pasos invadieron el desierto estudio. Eran pasos lentos y firmes. Eran pasos teatrales, pasos de alguien que conoce el poder del movimiento, el poder del misterio, el poder que genera el colocar un pie delante del otro y crear sonido. Era una figura delgada y simétrica, hermosa entre las sombras; lanzó un trozo de tela negra a los pies de Maurice, el cuál tomó rápidamente.

- “Ahora es tu turno” dijo la melódica voz de Natalia mientras encendía la luz.
- “¿No tendría que estar en casa Mademoiselle Volkova?” preguntó Maurice retándola con la mirada.
- “¡Póntelo!” ordenó Natalia mientas caminaba lentamente hacia el centro del estudio.
- “¿Dónde esta la gracia de todo este juego Natalia?”
- “Es mi turno de verte sufrir”
- “Y ¿Cómo pretendes lograrlo?” preguntó Maurice sarcásticamente.
- “Bailando como nunca lo he hecho, logrando el mejor de todos mis actos, forzándome a complacerte en todos y cada uno de tus caprichos. Siendo lo que siempre has esperado de mi y desgarrarme cada tendón del cuerpo si es necesario con tal de lograr que los pasos que concibes vean la luz con la exactitud que tú los deseas. Obligando a mi memoria a recordar la sádica forma en la que me sometes a tu voluntad para crear arte y mostrar la mejor actuación de mi vida. Eso si, tú... con los ojos vendados.”
- “¿Y quién me asegura que lo harás de esa manera?” preguntó Maurice con una sarcástica carcajada “¿Cómo sabré si no estas haciendo lo que te plazca y me engañas pretendiendo hacer lo que yo espero?”
- “Eso es parte del ritual, puedes creer o no... Pero ¿Tan poco confías en tu habilidad como instructor? ¿Tan mal maestro eres que ni siquiera tu prima balerina puede aprender algo de ti?” aseveraba Natalia al momento de colocarse en cuarta posición y lanzar aquellas preguntas como flechas élficas cargadas del mas ponzoñoso veneno.

Maurice recibió el dolor donde más causaba daño, en su orgullo. Él debía reconocerlo, aquella mujer poseía el talento de crear arte, pero también poseía el talento de destruir con la sutileza de la ironía y el sarcasmo. Poseía en su sonrisa el placer del dolor. No supo resistirse al desafío de vencer a la mejor de sus enemigos, a su bella esclava. Colocó su instrumento y el arco en el suelo, rasgó la tela en dos y se decidió a reproducir una cinta en el estéreo. Natalia no alcanzaba a entender todo el teatro creado por Maurice hasta que este la tomó por la cintura y vendó sus ojos de nuevo.

- “Sufriremos juntos si eso es lo que quieres.” susurró a su oído.





Quinta Posición.

El viento frío de la noche se colaba por las ventanas mientras los danzantes creaban sutiles tejidos con su corriente. Los conciertos de Haydn para violonchelo sublimaban los complejos movimientos que Natalia y Maurice creaban basados en su memoria y su talento. Líneas complejas y poderosos giros contrastaban con la ternura del abrazo y la caricia que de cuando en cuando se propiciaban el uno al otro en los momentos de paz en los que el estéreo sonaba mas lento y calmado. Danzaban a cuatro sentidos y a punta de memoria, ambos se deslizaban por el piso de parqué descalzos y sublimando el poder del tacto, ese que los guiaba en solitario y se les olvidaba al momento de atraerse con el olfato y narcotizarse con el aroma de su pieles exudando su esencia, esa que los obligaba a crear elevados movimientos con sus cuerpos unidos.

El sonido de los violonchelo de Haydn estimulaba sus oídos para escuchar los pasos de los pies descalzos del otro y acompasarse en su danza, en su unión. La música descendía en su intensidad y su ritmo y ambos se abrazaban para sentir la ciega presencia del otro, ambos recorrían los intricados caminos de piel y músculos del cuerpo de su compañero para reconocer al autor de su éxtasis, al artífice de su sublimación. Pero el último de los sentidos necesitaba estimularse, ese que lo logró reconociendo el sabor de los labios del otro al sellarse en un beso, uno de esos que son como los placeres más intensos; satisfacen, pero no demasiado, siempre dejan el deseo de más.

- “¿Es esta tu venganza Natalia?” preguntó al oído Maurice “¿Es esta tu sádica manera de provocarme dolor y necesidad de ti?”
- “No Maurice” silenció Natalia sellando sus labios con los suyos propios y extrayendo de aquel hombre toda su esencia, todo su poder, toda su necesidad.
- “¿Dónde esta tu sadismo entonces mujer?” preguntó de nuevo tras respirar profundamente y retirarse la venda de los ojos.
- “Esta en encender, quemar y dejar arder” confesó Natalia retirándose la venda.
- “No logro comprenderte” añadió Maurice con una amplia sonrisa en los labios.
- “Lo entenderás esta noche... en tu soledad...” dijo Natalia para luego darle un beso en la frente y caminar hacia la puerta del estudio, en donde se colocó los zapatos y le vio de nuevo para finalizar con un doloroso comentario “Hasta mañana M. Ronsard, espero le haya complacido mi danza” dijo antes de retirarse y dejar a Maurice abrazando el frío de la noche.

Choregraphie: Tango

Ella, enfundada en aquel vestido púrpura que divagaba sutil y radiante entre lo vulgar y lo elegante, el cabello castaño largo y suntuoso recogido en un sofisticado mono francés; maquillaje discreto que acentuaba sus facciones de muñeca de porcelana (de esas mismas que se coleccionaban en las cortes de los zares) y el embriagante aroma de un costoso perfume de una reconocida casa italiana.

Ella, y una milonga plagada de todos aquellos a quienes los bandoneones y la melancolía les hacían recordar el temblor de un paso, la pasión de un baile que igualmente divagaba entre la frontera de elegancia callejera y la melancólica sutileza del brutal Buenos Aires.

Ella y el humo de un cigarrillo. Ella y una copa de Malbec. Ella, el caprichoso y renovado aroma bonaerense hecho una mujer: una que cada día se disponía a labrarse un camino en un mundo de hombres. Ella, astuta y criminalmente sagaz. Ella, la que lidiaba con decisiones y números cada día. Ella, la que enfrenta un mundo en donde no es bienvenida por una diferencia genética. Ella, la respetada y temida, ella la figura pública a quien se le reconocen los meritos que a un hombre se le exigen: joven, inteligente, decidida, audaz y totalmente independiente. Ella, la graduada Cum Laude en una prestigiosa Universidad del extranjero, la de los premios corporativos cuando aun no cumplía los 26, ella la de la portada de la revista económica que leen todos sus competidores (esa misma en donde aparecía mas como modelo de alta costura que como empresaria).

Ella, un nombre simple de mujer, Eva. Ella, la que en las noches como aquella dejaba de ser aquella mujer y se convertía en lo que amaba. Una amante de la sensual tragedia de la canción del arrabal. Porque a pesar de todo ella era una de esas tantas que fueron criadas con lamentos de bandoneón y quejas de sorprendentes interpretes que le cantaban al dolor y al desamor, a la pasión de un encuentro furtiva y prohibido, al deseo y a las lagrimas.

Eva lo sabía y era más que feliz con ello, o quizás con ellos.

Era sábado por la noche y como todos los sábados, ella buscaba las más viejas, las más populacheras y honestas milongas del viejo Buenos Aires. Ella quería dejarse seducir por el tango de verdad. No de aquellos elaborados y elegantes tangos de salón que ganan campeonatos en los programas de televisión nocturna o dominical. Claro que esos eran hermosos, pero no eran reales. Esos eran tangos para artistas, críticos y premios. Ella quería el tango de verdad. El de compadritos y callejeras; el de una vieja pareja bailando la vieja guardia, el de las calles, el de los truhanes que bailaban para no matarse en la calle o en la cama, el de la pasión y el deseo a flor de piel.

El ritual era el mismo todas las noches de sábado. Enfundarse en aquellos hermosos vestidos, como el púrpura de esa noche, calzar los altísimos zapatos de tacón y comerse el mundo en las milongas, que de esas estaba plagado Buenos Aires. Llegaba a una de ellas y el ritual iniciaba siempre igual. Una mesa libre, encender un cigarrillo largo y pedirle al mozo en turno que le sirviera un vino barato, dejarse seducir por el encanto musical que la orquesta tocase y luego escoger a aquellos que serian o que más bien servirían a sus propósitos. Solo los mejores, solo los más talentosos podrían siquiera acercarse. Porque había que admitir que ella era toda una maestro en el arte del desden. Porque a diferencia de todas aquellas que también estaban allí, ella era diferente.

Fue así como desfilaron los mejores ejemplares de la fauna masculina de Buenos Aires con cada uno de los mejores tangos. Así el compadrito de traje a rayas y pinta de galán de esquina bailo con ella al ritmo de "Nocturna" de Plaza, el viejo y elegante dueño de tienda al ritmo de "Lo han visto con otra", el joven conquistador al ritmo de "El Marne" de Aolas. Ella jugo su juego, ella les hizo creer que eran ellos quienes la conducían magistralmente por la pista, cuando era ella quien se lucia y les guiaba a guiarla en aquel ritual urbano de total seducción al ritmo de tangos y milongas.

Eva era la reina no coronada de cada una de aquellas instituciones de la danza a donde asistía. Y era eso precisamente lo que buscaba pero a pesar de ello algo faltaba. Ese perfecto aderezo…

Tomo asiento de Nuevo para disfrutar tranquilamente del humo de un cigarrillo y del intenso sabor de aquel vino barato. Sonaba una grabación de Gardel y algunas parejas bailaban con el sonido melancólico de aquella leyenda. Fue allí donde le vio entrar. Paso firme y sombrero de medio lado, el saco al hombro, sin corbata ni vergüenza, con la arrogancia como acompañante y la masculina presencia de aquellos galanes de esquina que solo las porteñas pueden parir. Era guapo, evidentemente, pero no era su genética lo que le atraía sino aquella presencia y aquel porte divino y sensual, cual deidad erótica extraída de Las Mil y Una Noches.

El camino lentamente y seguro de si mismo hasta una de las mesas. Colgó su saco al mismo estilo que lo haría un torero ejecutando una verónica, apago su cigarrillo en el cenicero y levanto de su asiento a una de las mas hermosas concurrentes del lugar. Le llevo lentamente a la pista y con una mirada y un arrogante movimiento de cabeza inició el baile. Aquella pareja se notaba entre la multitud pero todos y sobre todo Eva sabía que no era a causa de la Hermosa mujer rubia sino de aquel hombre que irradiaba una vulgar elegancia y un rancio aire señorial. Aquella elegancia y sensualidad que conferían al tango que bailaban no podía provenir de otro lugar más que de los deseos más oscuros y de las ansias más carnales. Porque en eso consistía la magia de aquel ritual urbano de seducción, era un cortejo en donde se le confería de las características mas refinadas y elegantes a uno de los deseos mas primitivos del ser humano; y aquel macho argentino era todo un maestro en el arte de reducir la voluntad de sus presas a la nada y manipularlas a su encanto, todo ello aderezado con una altísima carga de feromonas y endorfinas, el aroma a tabaco, colonia barata y un traje impecable (de esos que solo los viejos sastres de viejos barrios pueden confeccionar).

Una suntuosa sensación de civilizado animalismo envolvió a Eva. Una mezcla compleja de excitación, deseo y miedo la invadió. Por primera vez se sintió presa y no cazadora y eso le aterraba. Por primera vez sentía el placentero miedo de la cacería. Por primera vez un Nuevo depredador había entrado a sus dominios pero esta vez no competiría por la presa sino la convertiría a ella en su presa. Aquel compadrito elegante se deslizaba lentamente en la pista y guiaba con majestuosa clase a su compañera. Su mirada lubrica y arrogante clavada sensualmente sobre los ojos de su compañera y el sonido de aquel delicioso tango no hacia mas que enamorar a su audiencia y reafirmar su papel de macho cazador.

Por primera vez Eva temía no ser fuerte y demostrar un verdadero interés en un cazador más poderoso que ella. Por primera vez sintió que ni el humo de sus cigarrillos, ni el sabor de su vino barato ni su propia belleza o su aura magnética podrían reafirmar su temple. Por primera vez sucumbía, se rendía ante le acechante encanto de un macho alfa y eso no era bueno, eso no era ni siquiera la sombra de aquella exitosa, respetada y reconocida mujer.

Por primera vez ella temía aquel calor y aquella humedad con la cual su cuerpo se revestía, y el, en aquella majestuosa danza le notaba inquieta, deseosa y temerosa. Y fue axial como en medio de aquel ritual de erotismo al compás de un tango, el le sonrío sensualmente y ella no supo como reaccionar a aquellas intensas corrientes eléctricas que le recorrieron la espina dorsal y remataron en ambos extremos, atrofiando su voluntad y excitando su deseo.

Y aquella pieza culmino magistralmente. El se separo de su compañera y camino lentamente hacia Eva de la misma manera que lo hacen los felinos en la selva que asechan a sus presas. Pasos firmes e intensos, cubierto de arrogancia y masculinidad, orgulloso de si mismo, las facciones de protagonista de película de los años cincuenta, la actitud de truhán de garito y un par de calidos ojos del color del embriagante whisky. Una extraña sensación de expectación y deseo le invadió súbitamente y la presencia de aquel hombre hizo que Eva dejase caer su cigarrillo al suelo sin razón aparente. La orquesta cayo en la expectación de saber quien seria la próxima a ser escogida por aquel cazador. Y como siempre las murmuraciones iniciaron. En aquel momento aquella vieja milonga era el universo completo y Eva era un pequeño satélite que orbitaba a merced de los deseos de un planeta habitado por el encanto, el aroma a tabaco y colonia de barbería y una altísima carga de testosterona. Eva sucumbió. Lo hizo por primera vez ante un hombre, ante un cazador, dejo de ser el perfecto ejemplo de mujer contemporánea o de líder de revista feminista. Se convirtió de Nuevo en una mujer deseosa que se rinde ante las armas de un hombre que provoca el deseo.

El llego ante ella y le vio fijamente a los ojos con la mirada saturada de lujuria y con el temple plantado en la arrogancia pero con una extraña y tierna sonrisa angelical. Ella sintió de nuevo como una terrible carga eléctrica le recorrió el cuerpo y una suntuosa humedad le revistió. El le tendió la mano en un galante gesto y ella no pudo resistirse a tomarla y morderse suavemente los labios. El sonrío de nuevo y ella sucumbió ante su sonrisa. La pista se abrió completamente para ambos de la misma manera que lo hacen las manadas de lobos cuando sus alfas se aparearan. Todos estaban a la expectativa de la mezcla que generaría aquella pareja singular. Ambos caminaron hacia el centro de la pista y Eva se preguntaba como había sucumbido, como había permitido que alguien totalmente ajeno a ella hubiese logrado que su voluntad y su orgullo fuesen colocados por el suelo de una manera tan seductora y generando tal carga de erotismo.

Llegaron juntos al centro de la pista y el la tomo sin dejar de verla y sin decir palabra alguna. Con una sola mirada y el gesto de acomodar su sombrero la orquesta inicio con un clásico de Gardel, “Por una cabeza”. La mano de aquel hombre descendió lentamente por la espalda de Eva y se poso firmemente en su cintura mientras sus ojos le veían intensamente, como tratando de extraer sus mas íntimos secretos y luego comerciar con ellos. Pero todo ello no importo desde el instante en el que aquel hombre inicio el ritual de seducción llamado tango. Eva, acostumbrada a guiar, debió rendirse ante el desde el primer instante en el que sus intenciones fueron cortadas, ella intento guiar y el la sujeto fuertemente y la regreso a su estado de sumisión. A lo que ella respondió obedientemente. Fue axial como ella comprendió el porque las mujeres que por décadas habían entonado himnos trágicos y de sumisión en sus tangos favoritos lo habían hecho con tan convicción. Y no podía ser por otra razón que no fuesen aquellos hombres que inspiraban aquella música.

Aquel extraño que semejaba un galante villano de película glamorosa hacia con ella todo lo que deseaba sin decir palabra alguna, sin dejarla de ver a los ojos a no ser por algún efecto dramático que enaltecía su arrogancia y la elegante estética de aquel baile. Y ella desfallecía, se rendía: sin voluntad, sin autodominio, sin vergüenza, sin represión, atada por completo a la voluntad de un hombre.

Elegantísimos ganchos, dramáticos efectos y exóticos pasos eran el resultado de un complejo, hermoso y sensual baile en el que una ponderosa y reconocida mujer se subyugaban a los deseos de un hombre. Aquel no era mas que la representación enésima de la misma historia que todos los tangos contaban. Era la tragedia de una intensa pasión, era la belleza del deseo sublimado, era el erotismo vulgar y suculento de la callejera y el canfliflero, el lugar era de nuevo un "bordello" y ellos, dos hermosos protagonistas de una historia de pasión.

Eva se olvido de los éxitos y los números, se le olvidaron las proyecciones y las reuniones de directiva, se le olvido el respeto ganado, se le olvido todo aquello para recordar su aspecto mas primitiva, recordó a la mujer que desea, a la mujer primitiva que necesita ser seducida y conducida al lecho no por el perfecto caballero sino por el macho conquistador. Ella danzaba de nuevo guiada, no era ella el timón sino la vela que era sabiamente conducida por el viento. Ella se sometía al ingenio de un hombre y su cuerpo se rendía a una fortísima carga feromona y emotiva mientras el solo sonreía con malicia.

Y en un gesto supremo finalizaron la danza con ella por los suelos suplicante y satisfecha y el acomodando su chaleco y sonriendo con desden.

Eva había sido reducida y exaltada al mismo tiempo. Luego en un dramático y caballeroso gesto, el la recogió gentilmente del suelo, la acerco fuertemente a si mismo y acaricio con su nariz la rosada mejilla de Eva. El cuerpo de ella se tensó y no pudo evitar lanzar un apagado gemido e incrustar sus largas unas en los hombros de aquel extraño. El simplemente sonrió y le vio fijamente a los ojos mientras sus narices se acariciaban y el calido aliento de ambos se mezclaba al momento en el que todo el salón aplaudía jubiloso.

El se retiro despacio y tomo galantemente la mano de Eva, la beso y condujo de nuevo hasta su asiento. Se sonrío de nuevo con ella, largamente. Hizo un dramático gesto con su sombrero, acaricio el hermoso rostro de Eva, se incorporo para sacar un cigarrillo del bolso de la atónita mujer y se dio la vuelta para partir.

Eva temblaba aun a causa de la excitación y casi no escucho lo que hizo que su cuerpo temblase aun mas a causa de la enorme sorpresa que aquello le provoco cuando una de las mozas de aquel lugar se acerco para llenar de nuevo su copa de vino barato.

- “Nena, sos afortunada. No cualquiera hace lo que hiciste con ese hombre. No cualquiera lo hace. Cualquiera de nosotras mataría por bailar como vos lo hiciste con el sordo.”

Choregraphie: Rumba

"Ya no estás más a mi lado, corazón

En el alma solo tengo soledad

Y si ya no puedo verte

Porque Dios me hizo quererte

Para hacerme sufrir más…"



La Historia de Un Amor de Carlos Eleta Almaran





Caía la tarde lánguidamente. Al igual que caía la lluvia y resbalaba por los grandes ventanales del estudio. Las calles empezaban a poblarse de todos aquellos que por distintos motivos salían de esos distintos lugares en donde habían habitado, se habían quejado, o habían disfrutado todo un día, para transitar a otros ambientes en donde habitarían el resto de la noche. El movimiento era constante y atareado, como si la prisa fuese el único factor común que todos aquellos seres vivos compartieran, además de los paraguas y alguno que otro abrigo.



Pero dentro del estudio, todo era diferente.



Mientras que esas primeras lluvias de primavera refrescaban el intenso calor de las calles de la vibrante ciudad de Panamá, el estudio se había caldeado por la luz del sol y permitía un ambiente húmedo, un tanto denso, pero extrañamente acogedor. Al menos para ellos dos.



En el espejo, una figura alta y estilizada, enfundada en un pantalón negro ajustado y una sencilla camisa blanca con las mangas abiertas y el cabello largo y negro cuidadosamente peinado hacia atrás con gomina calentaba en la barra con cadenciosos movimientos al compás de una música que solamente sonaba en su cabeza y que movía lentamente sus músculos y sus huesos. Clavó su intensa mirada azul en el espejo y pudo notar como aquella otra figura danzaba como si estuviese sola, o como si disfrutara en creer que nadie la veía. Aunque Slalik sabía claramente que era solo una de esas artimañas de mujer latina para atraer la atención del hombre al que se desea.



Del otro lado, una figura felina y sensual. Descaradamente femenina e intensamente vital. Cubierta por un simple vestido de práctica blanco, pero que en aquella deliciosa y satinada piel bronceada por años por el sol de las playas del sur, la hacía lucir imponente. Altísimos tacones y el cabello recogido en una sencilla coleta, sin joyería alguna pero con un maquillaje que no hacía más que acentuar sus deliciosas facciones. Ella era "un tronco de mujer" como alguna vez le había dicho uno de sus alumnos venezolanos y más aún cuando descaradamente calentaba no frente a los espejos sino frente a la barra colocada en la ventana para que cada transeúnte pudiese observar como su belleza fatalmente animal podía seducir a cualquiera que la viese por más de cinco segundos. Ella bailaba suavemente, preparándose, pero sobre todo, haciéndole saber al guapo ruso que ensayaba frente a los espejos que esta noche serían solo ellos dos y que ella claramente pedía su atención.



Una mujer en la plenitud de su femineidad, con el cadencioso sabor de las especies del caribe en sus venas y el natural ritmo de las latinas nacidas bajo un sol de verano se giraba lentamente para caminar hacia el centro del estudio, totalmente preparada para conquistar, para tomar y no dejar huír. Como siempre lo hacía con cada una de las presas a las cuales atraía con su encanto.



Slalik vio claramente aquella abierta invitación al cortejo. Arregló el cuello de su camisa, quitó un botón más para mostrar su pecho y rió sin dejar de ver al espejo. Caminó lentamente hacia el reproductor, escogió una pista y camino hacia Malena.



Un hombre guapísimo, pensó ella mientras observaba aquella elegante y abierta postura en donde los brazos la invitaban a lanzarse en un abrazo o a retarlo a alejarse solo para mantener el juego que claramente se iniciaría cuando los primeros compases de aquel bolero sonaran. Y de hecho así fue. Lentamente aquel viejo bolero, interpretado por una mujer llenó el salón y la mirada de Slalik se clavó en los sensuales y desafiantes movimientos de aquella mujer a quien las palabras no podrían describir como hermosa pues poca justicia le harían. La lenta cadencia de los compases de aquel delicioso bolero guiaban claramente los movimientos en los que el ruso se presentaba como una exótica mezcla entre galán príncipe de cuento de hadas y ladrón taimado de relato erótico. Ágil y decadente la invitaba a seducirle. Y fue así como Malena continuaba con su cometido, el de hacer que aquel hombre la deseara hasta más no poder.



Pocos compases habían sonado y fue cuando aquel hombre la tomó delicadamente para iniciar una serie de elaborados y complejos giros a los cuales ella se subyugó sin oponer ningún tipo de resistencia. La tomó delicadamente por una de sus manos y la guió hacia una serie de pasos que mezclaban una insinuante caminata y suficientes giros de cadera, capaces de despertar el deseo en el más santo de los monjes de clausura o de hacer vibrar de deseo a cualquier aspirante a hermana de la caridad. Con elegantes, lánguidos y decididos movimientos de manos y brazos, Malena acariciaba su piel, las curvas insinuantes de sus senos y el talle de su cintura mientras que aquella abundante y rizada cabellera negra enarbolaba sensuales ondas que giraban al viento o caían delicada y sensualmente sobre su espalda desnuda. Slalik giraba tras ella tomando los brazos de Malena y levantándolos suavemente para dejar al descubierto un torso insinuante mientras que su aliento y su nariz recorrían lentamente el cuello de aquella portentosa panameña. Ella no hacía más que contonearse, cerrar los ojos y dejarse guiar por los deseos del ruso.



Aquella rumba era una clara invitación al deseo, un constante preludio al conocimiento carnal entre dos amantes que jugaban a acercarse y alejarse. Malena giraba sus caderas lentamente a partir de un centro en donde se conjugaba el deseo y la elegancia mientras que Slalik cerraba los ojos y la tomaba por el vientre para luego contonearla a partir de su cintura. Ambos cerraban los ojos y podían sentir el aroma animal que despedían, ese mismo que parecía haber sido incitado por aquella lluvia de mayo. Esa misma que como decían las abuelas, no hacía más que alborotar el calor. Incluso dentro de un estudio de baile al caer la tarde.



Elegantes y largos pasos, complicados giros y decadentes mezclas que se alternaban entre rápidos y deseosos movimientos, con sutiles y sensuales pasos lánguidos entre ambos bailarines. Se alejaban para retarse el uno al otro. Él mostraba una técnica depuradísima, con elegantes, masculinos y complejos pasos de baile, al más puro estilo europeo. Ese que sin dudarlo había ganado incontables premios en las capitales de la danza y había hecho que millones de varones lo envidiaran y mujeres lo desearan. Ella mostraba al contrario un estilo mucho más natural, descaradamente sensual e incitante. Un estilo con el cual solo se puede nacer, uno que no se puede fabricar aunque así se quisiese. Ella se insinuaba tan claramente que se debía ser ciego o ser alemán como uno el párroco de su iglesia decía, para no darse cuenta de la imperante sensualidad de Malena. Sus largas piernas creaban hermosos juegos y piruetas en el aire mientras que en el suelo pareciera que se deslizaba como si no existiese más que una fricción imaginaria y aquel fuese ese espacio ideal en donde todo podía suceder. Y es que todo era posible en aquel juego de seducción entre un hombre y una mujer. Porque este no era un juego de cacería, ni un subyugante juego de poderes. Eran dos seres apasionados seduciéndose el uno al otro al compás de un sensual bolero.



Los acordes de las guitarras que melódicamente invitaban a cerrar los ojos y dejarse llevar por su hechizo, el delicioso ritmo de unas maracas y claves marcaban un sensual ritmo en el que tanto las caderas como los hombros se movían para crear maravillas circulares que no hacían más que ser los puntos clave para aquel hermoso ritual de cortejo. La voz de una mujer que languidecía y se lamentaba tan sensualmente que el dolor parecía más poético que nunca. Esa era la magia del bolero. Ese mismo que hacía que Malena y Slalik se entregaran sin reservas el uno al otro en tan íntimo momento, tan a la vista de todos. Pero era la misma lluvia la que hacía que la concurrida calle panameña fuese el escondite a la vista de todos, pues todos se preocupaban de no mojarse con la lluvia mientras que dos bailarines estaban intensamente húmedos adentro de un local. De nuevo a la vista de todos.



El bolero sonaba cada vez más intenso y ambos cerca, el uno del otro. Malena tomó el rostro de Slalik con un delicioso y elegantísimo gesto de manos y brazos. Acarició la fina barba oscura y se perdió en los ojos azules del ruso. Slalik cerró los ojos y condujo sensualmente a Malena por la pista lenta y cadenciosamente. Abrió sus labios y permitió que su aliento recorriera el cuello de la panameña mientras creaban una hermosa figura en donde la espalda de Malena hizo alarde de una femenina y singular flexibilidad mientras que el ruso hacía gala de toda su técnica. Pero la belleza era lo de menos en aquel momento. Y es que se podía cortar de un tajo el aire que ambos respiraban. Denso, intenso, cargado de feromonas, lleno de claras invitaciones, pero también de elegantes y apropiados rechazos. Todo aquello tan propio de la rumba, tan latino en su calor y expresividad, pero tan europeo en su elegancia.



Los últimos compases, los últimos instantes, todo para culminar en intenso abrazo en donde los labios de los bailarines se encontraron tan cerca que bien se podrían haber recocido cada uno de los zurcos y el sabor de besos añejos.



Dos miradas se cruzaron fijamente y mientras Slalik veía aquellos ojos oscuros llenos de erotismo, una frase escapó de los labios de Malena, "Hazme el amor ahora mismo". Slalik le vio, rió sinceramente, le dio un beso cerca de los labios y dijo a su oído "Bien sabes que al igual que tú bonita, a mi también me gustan los hombres." Hizo con ella una hermosa pirueta, luego una elegante reverencia y rio de nuevo para besar su mano.

Caminó lentamente hacia un galante moreno que esperaba al lado del reproductor y le besó en los labios.



Malena observó aquello, rió para si misma complacida y arregló su cabello, esperando la nueva ronda de ensayo.

domingo, 20 de marzo de 2011

Grain-Banana Powerbars




De nuevo regreso a mi horno tostador, ese mismo que está haciendo maravillas con mis procesos de horneado y me hace experimentar con deliciosas nuevas ideas.

Esta vez encontré la manera de preparar deliciosas “barritas energéticas” a partir de una rica mezcla de granos y semillas, banano y unos cuantos lácteos. Eso sí, no duran mucho fuera del refrigerador pero eso no es problema puesto que se pueden preparar facilísimo y con ingredientes que siempre están a la mano. Mi receta pide granos sueltos pero en su defecto se puede utilizar sin ningún problema una bolsa de granola natural. Si se prefiere y se realizan en mayor cantidad puede ser un delicioso postre acompañado de tu helado favorito.

Ingredientes:

¼ de taza de maní
¼ de taza de nuez de nogal
¼ de taza de almendras rodajeadas
¼ de taza de nuez de Brasil
¼ de taza de avena en hojuelas
¾ de taza de leche
2 bananos grandes y maduros
¾ de taza de queso crema
1 cucharada de esencia de vainilla
1 cucharada de esencia de almendra
1 cucharadita de canela en polvo
¼ de cucharadita de nuez moscada
4 cucharadas de azúcar moreno (o cinco de edulcorante si lo quieres hacer libre de azúcares adicionales)

Procedimiento:

1. Picar finamente todas las nueces y mezclar con las hojuelas de avena, trata de crear una mezcla muy fina. Reservar. (Si vas a utilizar granola, es el momento de machacarla bien para dejarla lo más fino posible)
2. Machacar los bananos hasta lograr una consistencia de puré, mezclar con el queso crema, el azúcar o edulcorante, la canela, la nuez moscada y las esencias. Mezclar con las nueces e hidratar con la leche despacio. Se debe obtener una consistencia pesada y fuerte pero moldeable, nada dura.
3. Engrasar una fuente para horno y verter el contenido. Cortar rodajas de banano y colocar como adorno adicional. Espolvorear nuez moscada y canela en polvo.
4. Hornear aproximadamente unos 20 minutos en el tostador. Si vas a utilizar un horno normal, será el mismo tiempo pero en 200 grados.
5. Cuando esté frío y macizo, cortar en tiras gruesas que se pueden empacar perfectamente en aluminio y llevar a cualquier lugar. Se pueden almacenar hasta 3 días en el refrigerador.

Un postre delicioso que simplemente te mantendrá con energía y en donde no se sacrifica para nada el sabor y el antojo de algo dulce a media mañana o media tarde.

Como siempre te deseo increíbles experiencias de vida y deliciosos sabores en su cocina.

Namasté